Homo sum et nihil humanum a me alieno puto

viernes, 25 de mayo de 2007

Sostiene Pereira...


"Sostiene Pereira que le conoció un día de verano. Una magnífica jornada veraniega, soleada y aireada, y Lisboa resplandecía. Parece que Pereira se hallaba en la redacción, sin saber qué hacer, el director estaba de vacaciones, él se encontraba en el aprieto de organizar la página cultural, porque el Lisboa contaba ya con una página cultural, y se la habían encomendado a él.

(...)

Se dirigió al café Orquídea, que estaba allí a dos pasos, pasada la carnicería judía, y se sentó en una mesa, pero dentro del local, porque por lo menos tenían ventiladores, visto que fuera no se podía ni estar a causa del bochorno. Pidió una limonada, fue al servicio, se mojó la cara y las manos, hizo que le trajeran un cigarro, pidió el periódico de la tarde y Manuel, el camarero, le trajo precisamente el Lisboa."


Así comienza (primer fragmento) y continúa páginas más adelante (segundo) la magnífica novela de Antonio Tabucchi Sostiene Pereira, una de mis preferidas. Y así comienzo yo este blog que me he propuesto llevar adelante con mayor éxito que mi espacio (algunos lo conocéis: Animula Vagula Blandula).

He escogido este título porque me encanta recrearme en la imagen del maduro señor Pereira --al que imagino tal y como lo caracterizó el director de la adaptación cinematográfica, Roberto Faenza, encarnado en la figura del actor que le dio vida: mi admirado Marcello Mastroianni-- trabajando en la redacción del Lisboa esos días de verano de 1938, o yendo al café Orquídea a tomar una omelette a las finas hierbas acompañada de una limonada mientras Manuel le comenta las noticias frescas acerca de los acontecimientos internacionales de esos turbulentos años, o yendo a consultarle al padre António sus dudas y temores sobre la resurrección de la carne (es una escena muy simpática), o tratando con el joven Monteiro Rossi, comprometido con la vida y la libertad, al que acabará queriendo como un hijo. Es, en suma, el de Pereira, el ejemplo de que la edad no es óbice para estar comprometido con las causas justas: aquéllas que defienden la libertad, la dignidad, la igualdad, la solidaridad, el compromiso... Valores imperecederos en los que yo creo firmemente.

Además, la Lisboa del primer tercio del siglo XX es una ciudad muy atrayente, tanto física (hoy lo atestiguan los edificios conservados, con un gran sabor "años 20") como intelectualmente (ámbito en el que sobresale Fernando Pessoa, el poeta de los heterónimos). El propio Pereira representa a esa intelectualidad portuguesa, floreciente ya desde la segunda mitad del siglo XIX (momento en el que destacan figuras del realismo como Eça de Queiroz), que durante la terrible dictadura salazarista se vio oprimida y obligada al exilio o al silencio; represión muy similar a la que pocos después sufrirá la intelectualidad española y cuyos primeros crímenes ya menciona la novela de Tabucchi (véase el asesinato de García Lorca).


Por todo ello, y por sentirme muy identificado con los personajes principales (Pereira y Monteiro Rossi) así como cómplice del pueblo portugués --pues, a mi juicio (el de un gallego que ama el sur de Europa) portugueses, españoles, italianos, parte de los franceses, y también los griegos, encarnamos la Europa de carácter: genial, vivaz, jovial aunque también atávica e inmovilista en ocasiones--, he decidido titular mi blog Una limonada en el café Orquídea. Espero que mis artículos os resulten, futuros lectores, tan refrescantes y sugerentes como lo eran las limonadas del Orquídea para Pereira.


En recuerdo de Pereira, queda, pues, inaugurado este blog. Buenas intenciones no faltan.


Un saludo.