Homo sum et nihil humanum a me alieno puto

jueves, 26 de marzo de 2009

La democracia


"Tenemos un régimen político que no emula las leyes de otros pueblos, y más que imitadores de los demás, somos un modelo a seguir. Su nombre, debido a que el gobierno no depende de unos pocos sino de la mayoría, es democracia. En lo que concierne a los asuntos privados, la igualdad, conforme a nuestras leyes, alcanza a todo el mundo, mientras que en la elección de los cargos públicos npo anteponemos las razones de clase al mérito personal, conforme al prestigio de que goza cada ciudadano en su actividad; y tampoco nadie, en razón de su pobreza, encuentra obstáculos debido a la oscuridad de su condición social si está en condiciones de prestar un servicio a la ciudad. En nuestras relaciones con el Estado vivimos como ciudadanos libres... (II, 37, 1-2)

...prestamos obediencia a quienes se suceden en el gobierno y a las leyes, y principalmente a las que están establecidas para ayudar a los que sufren injusticias... (II, 37, 3)

...Amamos la belleza con sencillez y el saber sin relajación. Nos servimos de la riqueza más como oportunidad para la acción que como pretexto para la vanagloria, y entre nosotros no es motivo de vergüenza reconocer su pobreza, sino lo es más bien no hacer nada por evitarla. Las mismas personas pueden dedicar a lavez su atención a sus asuntos particulares y a los públicos, y gentes que se dedican a diferentes actividades tienen suficiente criterio respecto a los asuntos públicos (...) y nosotros en persona cuando menos damos nuestros juicio sobre los asuntos, o los estudiamos puntualmente". (II, 40, 1-3).



Fragmentos del Discurso fúnebre de Pericles.
Tucídides de Atenas, Historia de la Guerra del Peloponeso.




El espíritu de la democracia está magistralmente plasmado en esta reconstrucción tucidídea del discurso dado por Pericles en honor de los atenienses caídos en el primer año de guerra contra la Liga peloponesia. Las palabras que Tucídides pone en boca del líder ateniense tiene una gran fuerza e invitan a la reflexión acerca de las líneas fundamentales que siempre debe seguir un régimen democrátrico. Me gustaría resaltar cómo defiende la valía personal y no el linaje o la posición social como criterio para valorar a una persona y cómo resalta que hay que respetar sobre todo las leyes instituidas para proteger a los más débil, a los que sufren injusticias. Este principio de solidaridad -retomado por el socialismo en nuestro mundo contemporáneo- jamás debe ser olvidado; y con más razón hoy en día, con el abominable neoliberalismo sin rival y triunfante (bueno, ahora más bien apuradillo porque sus teorías se ve que han llevado a la crisis del modelo capitalista).
El Discurso fúnebre de Pericles debería ser lectura obligatoria en todoslos colegios e institutos. Por ejemplo, en la asignatura de Educación para la ciudadanía. ¡Qué grandes eran estos griegos!