Homo sum et nihil humanum a me alieno puto

jueves, 27 de diciembre de 2007

El neorrealista español


Estos días he leído algunos relatos o cuentos de Ignacio Aldecoa (Vitoria, 1925 - Madrid, 1969), narrador de la prolífica Generación de los 50, y me he llevado una grata sorpresa. Aunque conocía al autor --marido de la también escritora Josefina Aldecoa, que tomó el apellido de él-- nunca había leído nada suyo y, he de decirlo, el día que me puse con su libro de relatos no esperaba mucho más que el típico autor español que habla de la tristísima posguerra con sobriedad pero sin nada especial. De ahí la sorpresa. Su prosa es precisa, ajusta las frases y no dice más de la cuenta (una virtud que yo aprecio mucho), pero además lleva una carga muy poética, sobre todo en las descripciones y sus metáforas, y hace a sus personajes muy cercanos y profundos en pocas páginas.
A todo esto hay que añadir el carácter neorrealista de sus cuentos. El movimiento literario neorrealista --nacido en Italia y cuyos máximos exponentes son, claro, italianos--, y con el que me siento plenamente identificado, pretendía acercarse a las vivencias y realidades cotidianas del pueblo, de las clases más humildes, de los marginados y olvidados por la historia oficial. Además, esos autores (Vittorini, Moravia, Carlo Levi, Pratolini...) supusieron un soplo de aire fresco en la literatura del momento a nivel estilístico, apartándose del realismo decimonónico. Yo pensaba que, a pesar de la influencia de algunos de estos autores sobre otros españoles del momento, no había ningún neorrealista español propiamente dicho. Pero, afortunadamente, lo he encontrado. Ignacio Aldecoa es un gran representante del neorrealismo en España y yo recomiendo encarecidamente la lectura de sus narraciones breves; por ejemplo: Seguir de pobres, Santa Olaja de acero (estos dos los que más mehan gustado), Young Sánchez, El autobus de las 7:40.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Villancico

Ya está el niño en el portal,
que nació en la portería,
San José tiene taller
y es la portera María.

Vengan sabios y doctores
a consultarle sus dudas,
el niño sabelotodo
está esperando en la cuna.

Dice que pecado es
hablar mal de los vecinos
y que pecado no es
besarse por los caminos.

Que se acerquen los pastores,
que me divierten un rato,
que se acerquen los humildes,
que se alejen los beatos.

Que pase la Magdalena,
que venga San Agustín,
que esperen los Reyes Magos,
que les tengo que escribir.

Gloria Fuertes
(poema cantado por Paco Ibáñez en el Olympia de París en 1969)

sábado, 15 de diciembre de 2007

La literatura italiana, una de las grandes



El pasado jueves, Anido y yo mantuvimos una estimulante discusión acerca de si la literatura en lengua española era superior a la italiana. Él sostenía que sí y que, sólo del siglo XX, serían recordados el día de mañana como grandes de la literatura más autores hispanohablantes que italianos. Yo me opuse y me opongo a esta consideración rotundamente. La calidad de ambas literaturas es sublime en sus máximos exponentes, que no son pocos en el caso de la italiana a pesar de que el espacio territorial al que pertenencen sus autores sea mucho más pequeño. No se puede decir que por tener mayor número de habitantes un país (o países con la misma lengua) éste vaya a dar a la humanidad más grandes autores. Ese tipo de reflexiones cientificistas me recuerdan a la absurda gráfica de la que se reía el profesor de Literatura representado por Robin Williams en El Club de los poetas muertos (gran película): esa gráfica pretendía mostrar la posición de Shakespeare respecto de Whitman (u otro) matemáticamente, cuando la literatura no se puede sino sentir y admirar desde la lengua, la expresión, las imágenes que propone, la introspección en los personajes, su profundidad...
Además, recuerdo que el gran profesor de Literatura Universal que tuve en el instituto, Jorge de Vivero, solía decir que los países europeos que más grandes literatos habían dado "por metro cuadrado" eran Irlanda y Sicilia.

Anido, me pedías ejemplos de grandes autores italianos que hayan dejado huella en la literatura universal. Yo te ofrecí, a bote pronto, bastantes del siglo XX, época de la literatura de ese país que mejor conozco además del Renacimiento. Ahora, con el fin de completar el abanico desde el Renacimiento hasta el siglo pasado --remitiédome ahora con más calma a mi memoria y a la página de El Poder de la Palabra (ver vínculo en el blog)-- paso a enumerar una serie somera de autores fundamentales cuya resonancia habla por sí sola de su calidad literaria:
Renacimiento: Dante, Petrarca (y los cultivadores del dolce stil nuovo, luego imitado en España), Boccaccio. Poliziano, Maquiavelo, Ariosto (y su Orlando furioso, luego tomado como referente, entre otros, por Virginia Woolf), Castiglione, Pietro Aretino, Torquato Tasso, Giordano Bruno, Campanella. A partir del Renacimiento: Gianbattista Vico (S. XVII, historiador y filósofo que influyó en Montesquieu, Marx y Comte), Carlo Goldoni (S. XVIII, renovador de la comedia italiana y considerado el Molière italiano), Vittorio Alfieri (S. XVIII, dramaturgo y poeta), Ugo Foscolo (que murió en los años 20 del XIX, gran poeta romántico), Alessandro Manzoni (romántico autor de la famosa novela I promesi sposi o Los novios), Gioacchino Belli (S. XIX, exponente de la poesía dialectal), Leopardi (gran poeta, "el más triste de todos los románticos"), Giovanni Verga (gran novelista realista, autor de I Malavoglia), Edmondo de Amicis (novelista), Giovanni Pascoli (poeta), Italo Svevo (novelista pionero de la novela psicológica, autor de La conciencia de Zeno), Emilio Salgari (cuyas novelas de aventuras son legendarias). Y ya del siglo XX o con proyección en este de parte de su vida y obra: Gabriele D'Annunzio (fascista, una pena, pero un gran poeta muy influyente, por ejemplo en Pere Gimferrer), Luigi Pirandello (renovador del teatro universal, autor de Seis personajes en busca de un autor), Marinetti (fundador del futurismo), Giovanni Papini (autor de Una vida acabada), Umberto Saba, Giuseppe Ungaretti (poeta fundador del hermetismo), Gadda (novelista), Eugenio Montale (poeta, Huesos de sepia), Giuseppe Tommasi di Lampedusa (autor de El Gatopardo), Curzio Malaparte (novelista), Salvatore Quasimodo (poeta autor de Y es enseguida tarde o Día tras día), Carlo Levi (neorrealista autor de Cristo se detuvo en Éboli), Dino Buzzatti (autor de El desierto tártaro y gran referente de Borges), Alberto Moravia (autor de La romana, neorrealista), Elio Vittorini (autor de Conversación en Sicilia, cima del neorrealismo, referente de los autores españoles antifranquistas en los 50 y 60), Cesare Pavese (Diálogos con Leucó, Fiestas de agosto, La playa), Elsa Morante (La isla de Arturo), Vasco Pratolini (neorrealista, Crónica de los pobres amantes), Natalia Ginzburg (Léxico familiar), Giorgio Bassani (El jardín de los Finzi-Contini), Primo Levi (Si esto es un hombre, memorias de Auswitzch), Gianni Rodari (maestro del cuento infantil), Leonardo Sciacia (El día de la lechuza), Pier Paolo Pasolini (poesía: Las cenizas de Gramsci; novela: Ragazzi di vita), Beppe Fenoglio (Un asunto privado), Italo Calvino (El barón rampante, que mezcla fantasía y realidad, y sólo tiene parangón en el realismo mágico latinoamericano), Dario Fo (Muerte accidental de un anarquista), Edoardo Sanguineti (poeta), Umberto Eco (El nombre de la rosa, que entre sus virtudes también cuenta con un delicioso estilo), Claudio Magris (El Danubio), Antonio Tabucchi (Sostiene Pereira)...

Creo que es un elenco sobresaliente de autores de cuya grandeza no duda nadie, más allá gustos particulares. Y aún faltan bastantes por citar.

Así y todo, sólo con que una literatura dé una gran obra al conjunto universal ya merece nuestra más alta estima y no es "inferior" a ninguna. Es de muy cortas miras el hablar de literaturas superiores o inferiores sólo por número de autores. Sí se puede hablar de literaturas más prolíficas, eso sí lo acepto. Y, sin duda, la italiana es una de ellas.








sábado, 1 de diciembre de 2007

Canzone per l'estate

Con tua moglie che lavava i piatti in cucina e non capiva,
con tua figlia che provava il suo vestito nuovo e sorrideva,
con la radio che ronzava
per il mondo cose strane
e il respiro del tuo cane che dormiva.

Coi tuoi santi sempre pronti
a benedire i tuoi sforzi per il pane,
con il tuo bambino biondo
a cui hai donato una pistola per Natale
che sembra vera,
con il letto in cui tua moglie
non ti ha saputo dare,
e gli occhiali che tra un pò dovrai cambiare.

Com'è che non riesci più a volare.

Con le tue finestre aperte sulla strada e gli occhi chiusi
sulla gente,
con la tua tranquillità, lucidità, soddisfazione permamente,
la tua coda di ricambio,
le tue nuvole in affitto,
le tue rondini di guardia sopra il letto.

Con il tuo francescanesimo a puntate
e la tue dolce consistenza,
col tuo ossigeno purgato
e le tue onde regolate in una stanza,
col permesso di trasmettere e il divieto di parlare
e ogni giorno un altro giorno da contare.

Com'è che non riesci più a volare.

Con i tuoi entusiasmi lenti precisati da ricordi stagionali
e una bella addormentata che si sveglia
a tutto quel che le regali,
con il tuo collezionismo
di parole complicate,
la tua ultima canzone per l'estate.

Con le tue mani di carta per avvolgere altre mani normali,
con l'idiota in giardino ad isolare le tue rose migliori,
col tuo freddo di montagna
e il divieto di sudare
e più niente per poterti vergognare.

Com'è che non riesci più a volare.


Canzone di Fabrizio de André.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

LOS DOS GEMELOS VUELVEN A ESCENA


En la tarde de ayer escuché por la radio un notición: en la colina romana del Palatino, bajo los cimientos de la casa de Augusto –actualmente en restauración—se ha descubierto el lupercal, es decir, la gruta en la los antiguos romanos, siguiendo la tradición, creían que la loba había amamantado a los gemelos Rómulo y Remo. Alrededor de esta gruta se desarrolló, hasta el siglo v – cuando el papa Gelasio lo prohibió—, un conocido culto en el que se daba la participación de hombres desnudos (los lupercos) que corrían sin freno colina abajo azotando con una maroma tiznada a las mujeres infértiles con el fin de transmitirles fecundidad. El propio Marco Antonio participó como luperco en el último año de la dictadura de César (y de hecho fue durante las Lupercalia cuando Antonio le ofreció a César tres veces la diadema real, rechazándola éste otras tantas).
Augusto, dentro del programa propagandístico que buscaba respaldar la legitimidad de su principado, impulsó este culto. No fue improvisado, por tanto, el emplazamiento de su casa cerca de la gruta. Es más, Augusto tramó sutilmente –alejando cuanto pudo de sí los fantasmas de la monarquía— una serie de vínculos entre su persona y Rómulo (véase el programa iconográfico del Foro Augústeo: templo de Mars Ultor, galería de Summi Viri…). Con ello se presentaba como nuevo fundador de Roma y portador de una nueva Edad de Oro.
Así pues, el actual hallazgo contiene un gran valor histórico, más allá de la verificación de la leyenda.
¡Roma, Roma, no dejas de sorprendernos!

martes, 20 de noviembre de 2007

ALLA NOIA

Quiete, quando risorse in una trama
Il corpo acerbo verso cui m'avvio.

La mano le luceva che mi porse,
Che di quanto m'avanzo s'allontana.

Eccomi perso in queste vane corse

Quando ondeggiò mattina ella si stese
E rise, e mi volò dagli occhi.

Ancella di follia, noia,
Troppo poco fosti ebbra e dolce.

Perché non t'ha seguita la memoria?

È nuvola il tuo dono?

È mormorio, e popola
Di canti remoti i rami.


Giuseppe Ungaretti
Quietud, cuando resurge en una trama / El cuerpo acerbo hacia el que me encamino. // Tendida, relucía su mano / Lejana tanto cuanto yo más próximo. // Heme aquí, perdido en vanas búsquedas. // Ondeó la mañana, y ella, echada, / Con risas voló de mis ojos. // Doncella de locura, aburrimiento, / Demasiado poco fuiste ebria y dulce. // ¿Por qué no te ha seguido la memoria? // ¿Es nube tu don? // Es murmullo, y puebla / El ramaje de cantos remotos.

domingo, 14 de octubre de 2007

EL CHE, HOY (en el 40º aniversario de su muerte)


En las últimas tres décadas el fenómeno de las conmemoraciones ha ido in crescendo. No ha habido fecha históricamente más o menos señalada que no se haya “celebrado”, siendo objeto de la atención de los medios de comunicación y de las autoridades. Descubrimientos, gestas, fechas de nacimiento o defunción de artistas, científicos, políticos y deportistas… Nada escapa a la vorágine de las conmemoraciones. Aún así, parece persistir un vacío en lo que a la recuperación de la memoria se refiere.


Falta la reflexión, la comprensión del pasado en toda su magnitud por parte de los poderes públicos y la prensa (cuarto poder en esta sociedad de la información). Y, sobre todo, hay una carencia en la búsqueda de valores en el pasado. Hoy en día no se dota de valores ejemplarizantes a la Historia; sólo se utiliza como arma política o como reclamo turístico.
Tzvetan Todorov, en su Memoria del mal, tentación del bien, defiende que la Historia, per se, es neutra. Su valor se lo debemos otorgar nosotros, desde el presente, buscando en ella referentes morales y vitales. La Historia, dice Todorov, no debe regir el presente, pero sí debe tenerse en cuenta, pues el ser humano tiene derecho de –y necesita– conocer su identidad. Memoria e identidad están ineludiblemente unidas la una con la otra.


Todorov advierte, sin embargo, que, al ser neutra, la Historia puede ser manipulada, pudiendo ser instrumentalizada para legitimar posturas y acciones inmorales o criminales. Las dictaduras fascistas del primer tercio del siglo XX, por ejemplo, buscaron en la Historia justificaciones para sus políticas (Mussolini utilizó la imagen del antiguo Imperio Romano para justificar sus delirios de grandeza y tapar los crímenes de su régimen y las miserias de la Italia de los años 30; Hitler recordó el Drag Nach Osten teutónico para legitimar su expansión hacia el Este, etc.). Tales actos pervirtieron la Historia: la banalizaron, mezclando pasado y presente de manera indiscriminada e hicieron un mal uso de ella, pues no tomaron ninguna enseñanza positiva para la humanidad.


El ser humano debe volverse hacia el pasado con una actitud abierta, buscando referentes morales tanto en hechos como en personajes. Bien es cierto que nunca se debe hacer presentismo; es decir, no es correcto mirar al pasado con nuestros ojos de hoy, nuestros prejuicios, nuestra cosmovisión… Cada época tiene sus propias claves y su forma de entender el mundo y la vida, sus propios convencionalismos sociales y culturales. Empero, sí es cierto que, como apunta Todorov, hay en el ser humano una esencia inmutable, unos valores inmanentes que lo han acompañado siempre. Ello es lo que posibilita que cualquiera de nosotros se pueda identificar con algunos de nuestros semejantes del pasado en comportamientos, actitudes vitales o posicionamientos morales; es lo que hace que personajes como, por ejemplo, Leónidas, Sócrates, Federico de Sicilia, Tomás Moro o Voltaire nos sean cercanos, accesibles.


La Historia tiene el valor que nosotros queramos darle. Nuestra actitud cuando nos enfrentamos a ella es la clave que define su utilidad en el presente; una utilidad moral –vital– y no económica ni propagandística.

Una de esas figuras históricas que han sido tomadas como referentes con asiduidad es la de Ernesto Che Guevara. Este año se cumplen cuarenta de su asesinato: un 9 de octubre de 1967, tras ser capturado herido el día anterior en medio de la selva boliviana, Ernesto Guevara era asesinado a manos de los integrantes de un comando antiguerrilla formado por militares bolivianos y enviados especiales de la CIA. Sin embargo, la muerte física de Ernesto Guevara no acabó entonces con el Che; al contrario, ahí comenzó su leyenda, que habría de inspirar, a posteriori, a numerosos libertarios e idealistas. La pregunta es otra: ¿sigue teniendo vigencia hoy el Che Guevara?


A juzgar por la difusión de su imagen y la proliferación de todo tipo de objetos que la llevan plasmada, cabe pensar que el Che está vigente hoy más que nunca. Pura ilusión. “… la identidad del héroe se hace incierta. Adolescentes de suburbios, al entrar en una discoteca en los años ochenta, dijeron ignorar quién era el “cantante de rock” cuya mirada extática bajo la boina estrellada lucían en sus camisetas”, comenta Pierre Kalfon en su biografía Che. Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo[1]. La realidad es que la imagen del Che se ha convertido en un producto más del mercado global, en un instrumento del capitalismo. Jóvenes de hoy en día llevan en su vestimenta la imagen del Che no por compromiso con sus ideales, sino por mero modismo. Muchos de ellos se autoproclaman de izquierdas por autocomplacencia y no por verdaderos valores. Se compra la imagen que se quiere transmitir: otra forma de alienación derivada de lo “socialmente correcto”.


Todo este fenómeno no habría gustado al Che. Tampoco, por otra parte, que el régimen cubano se halla apropiado de su memoria, dando la imagen del héroe que más les conviene al tiempo que mantienen bajo llave o publican modificados sus escritos y papeles. Es la otra cara de Fidel, que, perdidas su energía y sus ideas de cambio hace décadas, se ha acostumbrado a mantener el statu quo y esperar. El Che no se lo habría perdonado, sobre todo sabiendo de la amistad que se profesaron en los años de Sierra Maestra.


Un viejo amigo del Che, Alberto Granado (aquel con el que hizo de joven un largo viaje por Sudamérica), en una reciente entrevista, comentaba que el mundo en el que vivimos no es el que el Che había soñado: cada vez hay más desigualdad, cada vez el rico es más rico y el pobre, más pobre; cada vez hay mayor individualismo y menos solidaridad. El Che luchó contra todo eso, hasta el final. Por eso olvidar al Che, o peor, banalizar la figura del Che, es imperdonable, pues supone una renuncia a una sociedad mejor. Ernesto Guevara, en palabras de Kalfon, quiso “un mundo más libre, más igualitario, más intransigente en el combate contra la injusticia, aunque (…) nunca diera contornos definitivos a la utopía tras la que corría”[2].


El Che representa valores como la solidaridad, la entrega, la coherencia moral, la fraternidad… Es la antítesis del mundo que se nos quiere vender. El Che no tenía precio y quería que nadie se viese obligado a tenerlo. Los soldaditos bolivianos que lo mataron son doblememnte culpables y víctimas de su acción: culpables por haber matado sin juicio previo a un hombre y por haber destruido con él una esperanza de mejora; víctimas por acabar con esa esperanza que les brindaba su defensor (el Che) y por claudicar definitivamente ante sus opresores (en su caso el dictador boliviano general Barrientos y EE.UU).


Lo plasmó magníficamente en sus versos el poeta cubano Nicolás Guillén:


“Soldadito de Bolivia,
soldadito boliviano,
armado vas de tu rifle,
que es un rifle americano.

Te lo dio el señor Barrientos,
soldadito boliviano,
regalo de míster Johnson
para matar a tu hermano.

No sabes quién es el muerto,
soldadito boliviano:
el muerto es el Che Guevara,
que era argentino y cubano.

(…)

Con el cobre que te paga,
soldadito boliviano,
que te vendes, que te compra,
es lo que piensa el tirano”.

Afortunadamente, su mensaje, sus ideales, no se han perdido. Sigue siendo el Che inspiración de los nuevos libertarios e idealistas que creen (que creemos) que otro mundo es posible. Muchos, contrarios (herederos de una tradición anti-Che nacida cuando éste vivía y era una china en la bota imperialista norteamericana), opinan que sostener tales ideales es engañarse. Son los mismos que tachan al guerrillero de terrorista, de codicioso del poder y de necio. Se equivocan.


La primera acusación cae sólo con leer las palabras del propio Che. En su obra La Guerra de guerrillas (donde traza un manual práctico de conducta y acción del guerrillero), el Che dice lo siguiente: “Donde un gobierno haya subido al poder por alguna forma de consulta popular, fraudulenta o no, y se mantenga al menos una apariencia de legalidad constitucional, el brote guerrillero es imposible de producir por no haberse agotado las posibilidades de la lucha cívica”[3]. Además, defiende el sabotaje como arma desestabilizadora y no el terrorismo. “El sabotaje no tiene nada que ver con el terrorismo (…). Creemos sinceramente que [el terrorismo] es un arma negativa, que no produce en manera alguna los efectos deseados, que pueden volcar a un pueblo en contra de un movimiento revolucionario y que trae una pérdida de vidas entre sus actuantes muy superior a lo que rinde de provecho”. Creo que es suficientemente elocuente.


En cuanto a su ambición de poder, baste recordar las palabras que Shakespeare pone en boca de Antonio, en su Julio César, cuando éste habla de César tras su asesinato: “El ilustre Bruto os ha dicho que César era ambicioso: si así fue, fue una grave falta, y César la ha pagado gravemente. (…) Cuando los pobres clamaban, César lloraba: la ambición debería estar hecha de materia más dura. Sin embargo, Bruto dice que era ambicioso (…). Vistéis todos que en las Lupercalia le ofrecí tres veces una corona real, y él la rehusó tres veces. ¿Fue eso ambición? (…) ¿Qué razón, entonces, os impide llorarle?”[4].


Por último, quien considera al Che un necio debe detenerse a pensar que gracias a hombres y mujeres como él que, a lo largo de la Historia, han querido algo mejor hemos evolucionado hasta donde nos encontramos, superando barreras que parecían insalvables. Recordar a esas personas, no como objetos, sino como modelos, es un derecho, un orgullo e, incluso, un deber, pues el ser humano sin memoria pierde su identidad; y si pierde su identidad, no es nada. La identidad cimentada en los valores antes citados de solidaridad, fraternidad, igualdad, libertad, respeto por la vida, dignidad, compromiso… es aquélla a la que debe tender todo ser humano. Pero aún queda mucho por hacer: lo primero, saber recordar y saber cómo mirar al pasado.

Pierre Kalfon se hace la pregunta de “¿qué queda, medio siglo más tarde, de la vida breve pero intensa del apuesto muchacho que desembarcó en Buenos Aires a los diecinueve años para estudiar medicina?” Y se responde inmediatamente: “Una vida apresurada”[5]. Está en lo cierto. Dejando el mito a un lado, el de Ernesto Guevara es un caminar en el que no existió la tregua ni la molicie: primero el viaje por Sudamérica antes de licenciarse, momento en el que comenzó a tomar contacto con las realidades del pueblo americano; después, la revolución en Cuba, la desilusión del Congo y Bolivia. “Muchos me dirán aventurero, y lo soy –escribe el Che en la carta de despedida a sus padres–, sólo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades”[6].


Una de sus mayores virtudes fue la entrega a la causa revolucionaria; es decir, la causa del pueblo, pues para el Che el guerrillero es, ante todo, un reformador social que pretende devolver al pueblo lo que es suyo por derecho: tierra, libertad y dignidad. Dice en La Guerra de guerrillas: “Ya habíamos identificado al guerrillero como un hombre que hace suya el ansia de liberación del pueblo y, agotados los medios pacíficos de lograrla, inicia la lucha, se convierte en la vanguardia armada de la población combatiente”, añadiendo que el guerrillero debe ayudar técnica, económica y culturalmente al campesino, dando siempre buen ejemplo. Ese compromiso directo que le caracterizó fue fruto de una coherencia interna intachable que lo llevó a dejarse la piel a pie de campo renunciando a su despacho de ministro en La Habana. Así era Ernesto Guevara de la Serna y por ello debemos recordarlo.


[1] Pierre Kalfon. Che. Ernesto Guevara. Una leyenda de nuestro siglo. Barcelona. 1997. p. 609.
[2] Op.cit. p. 617.
[3] Ernesto Guevara. La Guerra de guerrillas. La Habana. 1960. p. 14.
[4] William Shakespeare. Julio César. Acto Tercero. Escena II. Estella. 2005.
[5] Op. cit. p. 616.
[6] Op. cit. p. 617.

martes, 9 de octubre de 2007

En recuerdo del Che


Hace cuarenta años, tal día como hoy (9 de octubre) un comando formado por soldados del ejército boliviano y hombres de la CIA acababan con la vida del Che Guevara, tras haberlo apresado el día anterior en la selva boliviana. Ese día despareció físicamente Ernesto Guevara, pero nació el mito del Che, de gran calado aún cuarenta años después. Como sincero homenaje y también con la intención de analizar la importancia que para mí tiene su figura, le dediqué un artículo en la revista del colegio mayor (Lonxe), salida en julio de este año. En los siguientes días transcribiré el artículo a este espacio con el fin de que llegue a más gente.

Hoy baste con apostillar:

Al Che, el idealista que, como diría Celaya, creía en la poesía de quienes toman partido, partido hasta mancharse en pos de una sociedad más igualitaria donde la injusticia, las vejaciones y la opresión no tuviesen cabida. In memoriam.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Se fueron dos grandes del cine

Esta semana se han ido dos de los más grandes cineastas de la historia: Ingmar Bergman y Michelangelo Antonioni. Ambos realizaron un cine muy particular, difícil, extravagante. Ninguno está entre mis favoritos, pero no por ello quiero dejar de recordarlos, sobre todo al segundo, que es el que más conozco.
De Bergman sólo diré --dada mi ignorancia hacia su obra-- que, a pesar de que su nombre suele ir relacionado con el tedio (quizá por realizar películas con un tempo demasiado lento), mi experiencia personal hacia su cine ha sido positiva. La famosa El séptimo sello me resultó muy interesante y nada cansina. Es un autor que gusta del recurso a las metáforas visuales con un marcado carácter introspectivo.

Por su parte, Michelangelo Antonioni, formado en el neorrealismo, su cine es deudor de las inquietudes de esta corriente (propia de las décadas de 1940, 50 y 60). Ésta, nacida del seno de la activa izquierda intelectual italiana, pretendía acercarse a la calle, a la vida diaria de la gente común,. del pueblo llano, del barrio y reivindicar las cuitas de esos hombres y mujeres anónimos que también hacían historia cotidianamente. El neorrelismo tuvo un gran seguimiento en la literatura. Fueron muchos los escritores partícipes del compromiso neorrealista para con el pueblo: Elio Vittorini, Cesare Pavese, Carlo Levi, Pier Paolo Pasolini, Vasco Pratolini, Alberto Moravia y un largo etcétera. En el campo cinematográfico destacaron Vittorio de Sica (con su tremendo Ladri di biciclette) y Roberto Rossellini.

Antonioni --como Fellini-- comenzó a principios de los 40, colaborando con Rossellini, para pronto pasar a dirigir su primer cortometraje, Gente del Po, cuyo título no deja dudas acerca de su inclinación neorrealista. Será, sin embargo, en la primera mitad de los años 60 cuando creará sus más logradas y representativas obras: L'avventura (1960), La notte (1961), L'eclisse (1962) y Deserto rosso (1964). Las tres primeras forman una trilogía, cuyo hilo conductor (la incomunicabilità y la insatisfacción) es llevado al extremo en el Deserto rosso.

En todas estas películas Antonioni plasmó su obsesión por los personajes hastiados, desilusionados por la vida y sin rumbo, embargados por un desasosiego y una insatisfacción existenciales. Era lo que el propio autor denominó como la incomunicabilità.

Yo he tenido la oportunidad de ver La notte y Deserto rosso, además de un documental sobre su cine donde se analizaba L'avventura. En esas películas se reproduce un esquema similar: una protagonista femenina ( muchas veces Monica Vitti, musa de Antonioni) encarna el modelo de incomunicabilità, insatisfecha con su vida, angustiada y perdida, siempre acompañada de una pareja formal (como en L'avventura y La notte) u ocasional (como en Deserto rosso). Esa incomunicabilità --resaltada con el detenimiento de la cámara en gestos y miradas fugaces y en silencios-- se presenta en diferentes circunstancias, con final diverso.

L'avventura presenta a un hombre y una mujer unidos por amor surgido a raíz de la tragedia de otro ser humano: la novia de él, desparecida durante un crucero. Ambos la buscan en vano, manteniéndose en ese propósito como pretexto de lo que en realidad es un viaje de amor. Empero, éste los llevará a su autodestrucción, perdiéndose la psibilidad de dar continuidad a la relación.

En La notte, un matrimonio formado por Jeanne Moureau y Marcello Mastroianni pasa por un crisi fruto de un distanciamiento cada vez mayor. Ella se muestra confusa, insatisfecha, aburrida de todo, ausente. Él, ocupado en su último libro. Una de las primeras escenas muesta su incomunicación: tras ir a ver al hospital a un amigo moribundo, no se dicen nada, a pesar de estar ambos profundamente afectados. La ruptura parece inminente en una fiesta de la alta burguesía a la que son invitados. Los dos sienten tentados de entregarse a otro hombre y otra mujer, respectivamente. Pero al final, tras un apagón, acaban encontrándose y, por la mañana, en un caminar sin rumbo, se reconcilian. Pero el desasosiego ya ha atrapado al espectador, por entonces.

La historia del Deserto rosso es más enrevesada, más rara. En ella, Antonioni lleva a un extremo la incomunicabilità y pone al personaje femenino protagonista (encarnado por Monica Vitti) al borde del precipicio. Es una joven madre de clase alta que es la pura insatisfacción, sufriendo problemas mentales que intenta ocultar. Entonces aparecerá un hombre (Richard Harris) que se aprovechará de su situación. La película, repleta de escenas que dejan descolocado, plasma una angustia latente en la protagonista que deja mal cuerpo.

El cine de Antonioni, en su cumbre, fue, como se puede apreciar por lo antedicho, incómodo. La introspección en la incomunicabilità del ser humano es desasosegante; su reflejo de las relaciones humanas, oscuro.

Todo eso le hizo único, sin duda. Por eso hoy he querido recordarle junto a otro creador muy especial como Bergman. Sus obras no fueron sencillas, sino de una rareza atribuible a su genialidad y a sus derivas existenciales; y, sin duda dieron otros perfiles al séptimo arte.

In memoriam.

martes, 24 de julio de 2007




He aquí la rectificación de El Jueves. Me parece genial que, a pesar de que intenten ponerlos contra las cuerdas, sigan manteniendo su carácter satírico. Experiencia en estas lides no les falta: superaron peores tragos durante el franquismo y, ni siquiera la censura de ese momento pudo con su irreverencia. ¡Bien por ellos!

lunes, 23 de julio de 2007


Como supongo que todos sabréis hace unos días el juez Del Olmo (no, no compartimos ningún parentesco; se nota ¿no?) mandó "secuestrar" la edición del semanario satírico "El Jueves" por esta portada. Y la cosa va a traer cola, pues, además, se ha bloqueado, por decisión judicial, el acceso a la página web de la revista y, según las últimas noticias, el dibujante y el guionista implicados en el diseño de la portada están llamados a declarar en la Audiencia Judicial.

La decisión el juez ha levantado mucha polémica, y con razón: lo que ha hecho recuerda al más puro y duro franquismo. ¡Manda narices que en plena democracia se atente de forma tan evidente contra uno de los derechos fundamentales del ciudadano: la libertad de expresión! Pero ha pasado, y ha sido en España.


Últimamente nos hemos vanagloriado mucho de lo ejemplar que fue la Transición española. Fue un proceso que nos llevó a la democracia y en la que los verdaderos demócratas dieron la cara y renunciaron a objetivos particulares en pos de la paz social (sobre todo la izquierda). Y salió bien. eso, sin embargo, no implica que fuese un proceso perfecto.


La polémica que estos días se ha levantado es herencia de los fallos y las rémoras que nos legó la Transición. Es bien sabido que --a diferencia de otras democracias europeas, como la a veces tan vilipendiada Italia-- en este país no se sometió a referéndum (esto es, a la voluntad popular, soberana) la continuidad o no de la monarquía (una monarquía, por cierto, que había sido acunada por el propio Franco). En vez de eso, se nos "coló" como parte indivisible del proceso democrático.


En virtud de la Constitución de 1978, la monarquía es inviolable; no se puede atentar de palabra u obra contra ella. No discutimos eso. El problema es saber dónde se halla el límite y, aún peor, dónde se pondrán el límite quienes se quieran erigir como defensores de la monarquía en tanto que pilar del Estado. Huele a levantamiento militar decimonónico, ¿verdad?. Pues cambiad militar por judicial y ahí tenéis lo que ha pasado. El ansia de protagonismo de un juez ha roto con la libertad de expresión de forma coactiva.


Al parecer la casa real no tuvo nada que ver. No se sabrá. El malestar por su parte es lógico, pero el dibujo no deja de ser un acto de irreverencia más de El Jueves. Es su estilo. Además, todas las semanas se queman con políticos y famosos varios sin tapujos. Es de suponer que a ellos tampoco les guste, pero aceptan el juego que implica la libertad de expresión. Eso es democracia. El buen o mal gusto es discutible, por supuesto, pero no la libertad. Y, de todas formas, la portada era una crítica al gobierno y su plan de subvención de la natalidad.


Esta España aún tiene mucho que aprender...

miércoles, 4 de julio de 2007

Poesía

Enfrascado como estoy en la elaborción de un trabajo sobre el reflejo de la otra Edad Media en los poemas del Arcipreste de Hita, el Marqués de Santillana y Jorge Manrique, ha sido inevitable que volviese a pensar en qué magnífica es la literatura. Mejor: qué magnífica es la inquietud humana que nos lleva a plasmar nuestros sentires a través de la palabra. En ese propósito, a mi juicio es la poesía la creación más lograda. En ella, el juego que hace el poeta con la lengua y con el alma, entrelazándolas, es sublime.
Y cómo sobrecoge pensar que desde Homero el hombre lleva volcando su espíritu en la palabra. Una vez escribí que el crear literatura hace que el ser humano merezca la pena como ser viviente. Cada día me reafirmo más en ello.

viernes, 25 de mayo de 2007

Sostiene Pereira...


"Sostiene Pereira que le conoció un día de verano. Una magnífica jornada veraniega, soleada y aireada, y Lisboa resplandecía. Parece que Pereira se hallaba en la redacción, sin saber qué hacer, el director estaba de vacaciones, él se encontraba en el aprieto de organizar la página cultural, porque el Lisboa contaba ya con una página cultural, y se la habían encomendado a él.

(...)

Se dirigió al café Orquídea, que estaba allí a dos pasos, pasada la carnicería judía, y se sentó en una mesa, pero dentro del local, porque por lo menos tenían ventiladores, visto que fuera no se podía ni estar a causa del bochorno. Pidió una limonada, fue al servicio, se mojó la cara y las manos, hizo que le trajeran un cigarro, pidió el periódico de la tarde y Manuel, el camarero, le trajo precisamente el Lisboa."


Así comienza (primer fragmento) y continúa páginas más adelante (segundo) la magnífica novela de Antonio Tabucchi Sostiene Pereira, una de mis preferidas. Y así comienzo yo este blog que me he propuesto llevar adelante con mayor éxito que mi espacio (algunos lo conocéis: Animula Vagula Blandula).

He escogido este título porque me encanta recrearme en la imagen del maduro señor Pereira --al que imagino tal y como lo caracterizó el director de la adaptación cinematográfica, Roberto Faenza, encarnado en la figura del actor que le dio vida: mi admirado Marcello Mastroianni-- trabajando en la redacción del Lisboa esos días de verano de 1938, o yendo al café Orquídea a tomar una omelette a las finas hierbas acompañada de una limonada mientras Manuel le comenta las noticias frescas acerca de los acontecimientos internacionales de esos turbulentos años, o yendo a consultarle al padre António sus dudas y temores sobre la resurrección de la carne (es una escena muy simpática), o tratando con el joven Monteiro Rossi, comprometido con la vida y la libertad, al que acabará queriendo como un hijo. Es, en suma, el de Pereira, el ejemplo de que la edad no es óbice para estar comprometido con las causas justas: aquéllas que defienden la libertad, la dignidad, la igualdad, la solidaridad, el compromiso... Valores imperecederos en los que yo creo firmemente.

Además, la Lisboa del primer tercio del siglo XX es una ciudad muy atrayente, tanto física (hoy lo atestiguan los edificios conservados, con un gran sabor "años 20") como intelectualmente (ámbito en el que sobresale Fernando Pessoa, el poeta de los heterónimos). El propio Pereira representa a esa intelectualidad portuguesa, floreciente ya desde la segunda mitad del siglo XIX (momento en el que destacan figuras del realismo como Eça de Queiroz), que durante la terrible dictadura salazarista se vio oprimida y obligada al exilio o al silencio; represión muy similar a la que pocos después sufrirá la intelectualidad española y cuyos primeros crímenes ya menciona la novela de Tabucchi (véase el asesinato de García Lorca).


Por todo ello, y por sentirme muy identificado con los personajes principales (Pereira y Monteiro Rossi) así como cómplice del pueblo portugués --pues, a mi juicio (el de un gallego que ama el sur de Europa) portugueses, españoles, italianos, parte de los franceses, y también los griegos, encarnamos la Europa de carácter: genial, vivaz, jovial aunque también atávica e inmovilista en ocasiones--, he decidido titular mi blog Una limonada en el café Orquídea. Espero que mis artículos os resulten, futuros lectores, tan refrescantes y sugerentes como lo eran las limonadas del Orquídea para Pereira.


En recuerdo de Pereira, queda, pues, inaugurado este blog. Buenas intenciones no faltan.


Un saludo.