Homo sum et nihil humanum a me alieno puto

sábado, 22 de noviembre de 2008

Segovia

Nunca había estado en Segovia, así que el pasado domingo, mi amigo el Teutón y yo decidimos visitarla. Hizo un día típico del invierno castellano: el cielo gris, un frío seco y cortante y un paisaje urbano y campestre (el que se veía a las afueras de la ciudad) que yo denominaría estoico -si se me permite otorgarle personalidad al paisaje castellano. Una estampa que gustaba mucho a don Antonio Machado, que vivió doce años en Segovia, como catedrático de francés del instituto de la ciudad. La pensión en la que vivió es hoy una casa-museo dedicada a él. No sabía de su existencia, y fue una bonita sorpresa y uan oportunidad única de acercarme a uno de los lugares vitales del poeta. Allí me compré su Soledades. Galerías. Otros poemas, con el sello del museo que lleva su efigie, con lo que la visita ha servido para meterme de lleno en su obra.
Lo curioso es que ya incluso antes de saber que allí estaba la casa-museo de Machado Segovia me hacía recordar a la Generación del 98 y su gusto por las tierras castellanas. También me acordé de mi gran profesor de Literatura Universal del Instituto, Jorge de Vivero, que comparte con los noventayochistas el placer de viajar y conocer Castilla. Asimismo, me vino a la mente el nombre de uno de los mejores amigos de mi padre mientras estudió en Madrid: Ricardo, segoviano que es para mí un personaje entrañable que forma parte de mi memoria familiar de tantas veces que mi padre y yo hemos hablado de esos tiempos.
Además de Machado y del sobrio -árido, desnudo, incluso- paisaje castellano, Segovia me ha dejado dos imágenes más: la del majestuoso acueducto, a mayor gloria de mis queridos romanos, y la del alcázar de los Trastámara, que me llevó a pensar en los turbulentos y a la vez apasionantes tiempos bajomedievales. Ese período siempre me ha resultado muy atractivo, en varios aspectos, y no pude evitar recitar en el alcázar algunos versos de las sobrecogedoras Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique. Esta tierra castellana rezuma mucha poesía de recogimiento.

martes, 11 de noviembre de 2008

Un dios salvaje


El pasado viernes fui al teatro a ver una obra de la que se ha hablado muy bien desde que se estrenó y con razón. Un dios salvaje (Le dieu du carnage), de Yasmina Reza, es una comedia de trasfondo trágico, pues señala sin tapujos y con ironía -sarcasmo incluso- las apariencias e hipocresías en las que se ampara nuestra sociedad. Un niño pega a otro en el parque y los padres de ambos se reúnen en la casa de una de las familias para hablar de lo ocurrido. Lo que comienza con muy buenas maneras acaba en un desenmascaramiento de las miserias que cada uno de ellos esconde: el egoísmo, el rencor, la falta de ética, la envidia, la superficialidad... Un dios salvaje recupera, a mi parecer, la tradición europea de la crítica social y resulta, curiosamente, una grata novedad en un mundo teatral demasiado afectado todavía por esa enfermedad llamada posmodernismo (pedantería y timo, diría yo).
Maribel Verdú y Aitana Sánchez-Gijón están extraordinarias en sus papeles, pero no se quedan atrás su compañeros de reparto, Pere Ponce y Antonio Molero, que no son en absoluto meras comparsas sobre el escenario.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Obama y la posibilidad de un cambio.


Change we need, decía uno de sus eslóganes, y hoy el cambio ha llegado: Barack Obama, "el Afortunado" (si seguimos la etimología de su nombre), es al fin presidente de los Estados Unidos. Y, en mi opinión, es una buena noticia para todos. Este hombre se ve honesto, cae bien, tiene carisma, gran oratoria y, lo que es más importante, parece creer en el mensaje de esperanza y fraternidad que transmite. Su discurso, su presencia, su forma de ser... constituyen un soplo de aire fresco en la política norteamericana, encerrada en patrioterismos y en la autopromoción de influyentes clanes políticos (los Bush, los Clinton). Al fin un mestizo ha llegado a la Casa Blanca, larga espera desde que comenzó (con el chispazo de la rebelión de la valiente Rosa Parks) la lucha por los Derechos Civiles en EEUU. Porque Obama no es sólo negro, es mestizo, con lo cual su victoria es aún más relevante: no es una revancha, es una superación de viejas desigualdes. Además, en sus discursos Obama ha presentado lo más parecido a la socialdemocracia que se ha visto en EEUU desde Franklyn Delano Roosvelt. Esperemos que pueda llevar a la práctica sus ideas de cambio y que definitivamente se confirme que es, como se diría en la antigua Roma, "favorito de la Fortuna" y que eso revierta en el pueblo y en un nuevo concierto internacional. Al igual que opinaba Josep Ramoneda hoy en El País, yo también tengo ganas de volver a hablar bien de Estados Unidos.