Homo sum et nihil humanum a me alieno puto

miércoles, 29 de abril de 2009

L'amitié y Las invasiones bárbaras

Esta bella canción, L'amitié, interpretada en 1965 por la también bellísima Françoise Hardy (de la que me he enamorado, claro, pues es el tipo de mujer que a mí me gusta, ver infra), la he conocido hoy mismo (aunque ya me sonaba, como su cantante, por mis padres) y me ha encantado, como era de esperar en un romántico como yo. Es uno de los temas que aparecen en una magnífica película que he visto hoy, Las invasiones bárbaras (de Denys Arcand, 2003), producción franco-canadiense que recomiendo encarecidamente.
El argumento de la película es el siguiente: La grave enfermedad de un sexagenario profesor universitario de Historia canadiense (interpretado por un gran Rémy Girard) hace que se reúnan con él su ex-mujer y sus más íntimos amigos llamados por su hijo, circunstancia que lleva a un continuo brote de reflexiones y recuerdos en gratas charlas entre ellos, hombres y mujeres de izquierdas pertenecientes a la generación de finales de los 60, a la de Mayo del 68. Todos hablan con alegría de los momentos pasados juntos, pues aman la vida plenamente y recuerdan entre risas sus obstinaciones de juventud (es muy bueno el momento en que enumeran los "ismos" por los que pasaron en función de sus lecturas: existencialismo, marxismo-leninismo, maoísmo, situacionismo, descontruccionismo...) o tratan con naturalidad y humor sus sueños eróticos adolescentes, etc. La película presenta una reflexión muy vitalista de la vida, con la que me he sentido identificado, así como un verdadero canto a la amistad y el amor (de ahí el tema de L'amitié) y a las a veces difíciles relaciones entre padres e hijos. Asimismo, la pélícula es un íntimo retrato de las generaciones de izquierdas de los 60 y 70, que, teniendo a la cultura progresista francesa como referencia, fueron muy imaginativas, creativas, y rompieron con tabúes sociales (tomando el sexo con naturalidad, por ejemplo) y recibieron con espíritu abierto lo que la vida y el mundo les ofrecían. Además, supieron madurar sin perder sus ideales. Una de esas generaciones es la de mis padres, que para mí siempre han sido fuente de inspiración para mi posicionamiento ético y vital.





L'AMITIÉ



Beaucoup de mes amis sont venus des nuages
Avec soleil et pluie comme simples bagages
Ils ont fait la saison des amitiés sincères
La plus belle saison des quatre de la terre



Ils ont cette douceur des plus beaux paysages
Et la fidélité des oiseaux de passage
Dans leur coeur est gravée une infinie tendresse
Mais parfois dans leurs yeux se glisse la tristesse



Alors, ils viennent se chauffer chez moi
Et toi aussi tu viendras

Tu pourras repartir au fin fond des nuages
Et de nouveau sourire à bien d'autres visages
Donner autour de toi un peu de ta tendresse
Lorsqu'un un autre voudra te cacher sa tristesse

Comme l'on ne sait pas ce que la vie nous donne
Il se peut qu'à mon tour je ne sois plus personne
S'il me reste un ami qui vraiment me comprenne
J'oublierai à la fois mes larmes et mes peines


Alors, peut-être je viendrai chez toi
Chauffer mon coeur à ton bois.



"Muchos de mis amigos han venido de la nubes / con sol y lluvia como único equipaje. / Han hecho de la estación de las amistades sinceras / la más bella estación de las cuatro de la tierra. // Tienen esa dulzura de los más bellos paisajes / y la fidelidad de las aves migratorias. / En sus corazones está grabada una infinita ternura, / pero a veces en sus ojos se refleja la tristeza. // Entonces, vienen al calor de mi casa // y tú también vendrás. // Podrás volver a lo más profundo de las nubes / y de nuevo sonreír a muchos otros rostros. / Dar a tu alrededor un poco de tu ternura / cuando otro quiera ocultarte su tristeza. //Como no sabemos lo que la vida nos depara / puede ser que a mi vez yo no sea nunca más alguien. / Si me queda un amigo que realmente me comprenda / olvidaré a la vez mis lágrimas y mis penas. // Entonces, quizás vendré a tu casa / a calentar mi corazón con tu leña."

lunes, 20 de abril de 2009

Romance del Conde Niño

Conde Niño, por amores
es niño y pasó a la mar;
va a dar agua a su caballo
la mañana de San Juan.
Mientras el caballo bebe
él canta dulce cantar;
todas las aves del cielo
se paraban a escuchar;
caminante que camina
olvida su caminar,
navegante que navega
la nave vuelve hacia allá.
La reina estaba labrando,
la hija durmiendo está:
-Levantaos, Albaniña,
de vuestro dulce folgar,
sentiréis cantar hermoso
la sirenita del mar.
-No es la sirenita, madre,
la de tan bello cantar,
sino es el Conde Niño
que por mí quiere finar.
¡Quién le pudiese valer
en su tan triste penar!
-Si por tus amores pena,
¡oh, malhaya su cantar!,
y porque nunca los goce
yo le mandaré matar.
-Si le manda matar, madre
juntos nos han de enterrar.
Él murió a la media noche,
ella a los gallos cantar;
a ella como hija de reyes
la entierran en el altar,
a él como hijo de conde
unos pasos más atrás.
De ella nació un rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar;
las ramitas que se alcanzan
fuertes abrazos se dan,
y las que no se alcanzaban
no dejan de suspirar.
La reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar;
della naciera una garza,
dél un fuerte gavilán.
Juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan a la par.


La versión cantada por Paco Ibáñez es hermosísima. Así conocí yo este romance, buena muestra de la riqueza de la creación popular española tradicional.

domingo, 19 de abril de 2009

Amores, en recuerdo de Mari Trini

AMORES

Amores se van marchando
como las olas del mar.
Amores los tienen todos
pero quién los sabe cuidar.

El amor es una barca
con dos remos en el mar.
Un remo aprietan mis manos,
el otro lo mueve el azar.

Quién no escribió un poema
huyendo de la soledad,
quién a los quince años
no dejó su cuerpo abrazar,
y quién cuando la vida se apaga
y las manos tiemblan ya,
quién no buscó ese recuerdo
de una barca naufragar.

Amores se vuelven viejos
antes de empezar a amar,
porque el amor es un niño
que hay que enseñar a andar.

El amor es como tierra
que hay que arar y sembrar.
Míralo al caer la tarde,
que no lo vengan a pisar.

Quién no escribió un poema
huyendo de la soledad,
quién a los quince años
nodejó su cuerpo abrazar,
y quién cuando la vida se apaga
y las manos tiemblan ya,
quién no buscó ese recuerdo
de una barca naufragar.


Mari Trini, "Amores".
In memoriam.
He resaltado en negrita los versos que más me gustan. Es muy cierto eso de escribir para escapar de la soledad, o bien para reflexionar o profundizar en ella.

miércoles, 8 de abril de 2009

Cristo se detuvo en Éboli


"Cristo se detuvo en verdad en Éboli, donde la carretera y el tren abandonan la costa de Salerno y el mar y se adentran por las desoladas tierras de Lucania. Cristo nunca llegó állí ni tampoco el tiempo ni el alma individual ni la esperanza ni la relación entre las causas y los efectos, la razón y la Historia. (...) Nadie tocó aquella tierra sino como conquistador o enemigo o visitante incomprensivo. Las estaciones pasan por sobre la fatiga campesina, hoy como tres mil años antes de Cristo: ningún mensaje humano ni divino se ha dirigido a esa pobreza refractaria. (...) esa tierra es obscura, sin pecado y sin redención, donde el mal no es moral, sino un dolor terrenal que está para siempre en las cosas. Cristo no bajó. Cristo se detuvo en Éboli". (p.10).


Cristo se detuvo en Éboli (Cristo si è fermato a Eboli), es el relato de las vivencias de su autor, el pintor y escritor Carlo Levi, en dos pueblos de la Lucania, Grassano y sobre todo Gagliano, en donde estuvo desterrado por el régimen fascista durante los años 1934 y 1935. Emotivo, profundo y solidario es este relato, como el propio Levi, humanista, izquierdista y hombre bondadoso que se conmueve con la pobreza extrema y las duras condiciones de vida de unos campesinos lucanos a los que les es extraño el progreso técnico, la civilización moderna y el propio Estado, enemigo que los ha condenado al olvido, al sufrimiento cotidiano en la nada. De esos campesinos, cercanos en sus costumbres a los pobladores de un Mediterráneo muy arcaico, y de su paisaje, hace Levi un retrato hermoso y crudo, dolorosamente real y tierno a un tiempo, que presenta en toda su dimensión las terribles condiciones de vida de los mismos y su sometimiento a un tremendo destino. Quizá por su vocación pictórica, Carlo Levi describe con gran poesía paisajes, personas y situaciones y alcanza lo más porfundo de su ser: la ilusión de unos niños enfermizos que han de madurar demasiado pronto, la belleza antigua y recia de las mujeres, la resignación de los hombres, su hospitalidad a pesar de su miseria y su agradecimiento por las pequeñas atenciones que Levi les dispensaba como médico ("Me habían preparado la mejor comida, leche y queso fresco, y me la ofrecieron nada más llegar, con esa antigua hospitalidad no servil que pone a los hombres en pie de igualdad", p. 260)... Asimismo, el autor, con gran agudeza revela la ruindad, avaricia y estupidez de los señores locales (el alcalde, los médicos, el arcipreste...), así como se muestra un lúcido analista de los males que sumirán al sur de Italia en el futuro, a pesar del cambio de régimen, dada la indiferencia hacia los campesinos de los políticos, ocupados tan sólo del culto al Estado.


Me ha calado muy hondo lo relatado por Carlo Levi, su experiencia en esas tierras paupérrimas y sus bondadosos y solidarios sentimientos y reflexiones acerca de sus habitantes. Durante la lectura me he sentido muy identificado con Levi, con el que comparto un mismo sentir por la vida y por los desfavorecidos, y, sin duda, pasa a ser, junto con su obra, un referente para mí. Esta bellísisma historia -más si cabe por ser verídicos sus personajes y situaciones- es ya una de mis preferidas e imprescindibles.