Homo sum et nihil humanum a me alieno puto

miércoles, 18 de agosto de 2010

"Parca-Villaggio", di Mario Luzi.

Parca-Villaggio

A lungo si parlò di te attorno ai fuochi
dopo le devozioni della sera
in queste case grige ove impassibile
il tempo porta e scaccia volti d'uomini.

Dopo il discorso cadde su altri ed i suoi averi,
furono matrimoni, morti, nascite,
il mesto rituale della vita.
Qualcuno, forestiero, passò di qui e scomparve.

Io vecchia donna in questa vecchia casa,
cucio il passato col presente, intesso
la tua infanzia con quella di tuo figlio
che traversa la piazza con le rondini.


Mario Luzi, "Parca-Villaggio", da La barca (1935).
Parca-Aldea
Largamente se habló de ti en torno a los fuegos / después de las devociones de la tarde / en estas casas grises donde impasible / el tiempo trae y expulsa rostros de hombres. // Después el discurso recae sobre otros y sus haberes, / hubo matrimonios, muertos, nacimientos, / el triste ritual de la vida. / Alguno, forastero, pasó por aquí y desapareció. // Yo vieja mujer en esta vieja casa, / coso el pasado con el presente, tejo / tu infancia con la de tu hijo / que atraviesa la plaza con las golondrinas.

martes, 17 de agosto de 2010

La Historia, la mejor narradora


Os dejo con una de las magníficas reflexiones -por su profundidad y su forma- que realiza el austríaco Stefan Zweig (1881-1942) en sus Momentos estelares de la humanidad. Zweig retoma la idea griega de que la mejor zurcidora de cantos es la Historia, encarnada en su musa, Clío, de la que bebían los poetas épicos antiguos, pero dándole una horma moderna en su expresión.


"Ningún artista es durante las veinticuatro horas de su jornada diaria ininterrumpidamente artista. Todo lo que de esencial, todo lo que de duradero consigue, se da siempre en los pocos y extraordinarios momentos de inspiración. Y lo mismo ocurre con la Historia, a la que admiramos como la poetisa y la narradora más grande de todos los tiempos, pero que en modo alguno es una creadora constante. (...) La mayoría de las veces, en su calidad de cronista se limita a hilvanar, indolente y tenaz, punto por punto, un hecho tras otro en esa inmensa cadena que se extiende a lo largo de miles de años, pues toda crisis necesita un periodo de preparación y todo auténtico acontecimiento, un desarrollo. Los millones de hombres que conforman un pueblo son necesarios para que nazca un solo genio. Igualmente han de transcurrir millones de horas inútiles antes de que se produzca un momento estelar de la humanidad.


[...]


Un único "sí", un único "no", un "demasiado pronto" o un "demasiado tarde" hacen que ese momento sea irrevocable para cientos de generaciones, determinando la vida de un solo individuo, la de un pueblo entero e incluso el destino de toda la humanidad.


(...) Aquí he tratado de evocar, a partir de las más variadas épocas y regiones, algunos de esos momentos estelares --los he denominado así, porque, resplandecientes e inalterables como estrellas, brillan sobre la noche de lo efímero--. En ningún caso se ha procurado decolorar o intensificar la verdad de los acontecimientos externos o internos recurriendo a la propia invención, pues en esos instantes sublimes que la Historia configura a la perfección, no es necesario que ninguna mano acuda en su ayuda. Allí donde ella impera como poetisa, como dramaturga, ningún escritor tiene derecho a intentar superarla."



Stefan Zweig, Momentos estelares de la humanidad.

viernes, 21 de mayo de 2010

Uno de los Sonetos a Orfeo, de Rilke.


Un dios lo puede. Pero dime, ¿cómo

podrá seguirlo un hombre por la angosta lira?.

Su espíritu es discordia. En el cruce de caminos

del corazón no se alza templo alguno para Apolo.


El canto, como tú lo enseñas, no es anhelo,

ni tampoco es rogar por algo que al final se alcanza;

el canto es existencia. Fácil para un dios,

pero nosotros, ¿cuándo somos?¿Y cuándo


dedicará él a nuestro ser la tierra y las estrellas?

Esto no es tu amor, muchacho, y aunque

la voz te obligue a abrir la boca,


aprende a olvidar que tú cantaste. Eso es pasajero.

El canto es, en verdad, un aliento diferente.

Un hálito por nada. Un soplo en Dios. Un viento.




Rainer Maria Rilke. Sonetos a Orfeo, III.

domingo, 9 de mayo de 2010

Sin leyes, de Claudio Rodríguez.

SIN LEYES

Ya cantan los gallos,
amor mío. Vete:
cata que amanece.

Anónimo.
En esta cama donde el sueño es llanto,
no de reposo, sino de jornada,
nos ha llegado la alta noche. ¿El cuerpo
es la pregunta o la respuesta a tanta
dicha insegura? Tos pequeña y seca,
pulso que viene fresco ya y apaga
la vieja ceremonia de la carme
mientras no quedan gestos ni palabras
para volver a interpretar la escena
como noveles. Te amo. Es la hora mala
de la cruel cortesía. Tan presente
te tengo siempre que mi cuerpo acaba
en tu cuerpo moreno por el que una
vez más me pierdo, por el que mañana
me perderé. Como una guerra sin
héroes, como una paz sin alianzas,
ha pasado la noche. Y yo te amo.
Busco despojos, busco una medalla
rota, un trofeo vivo de este tiempo
que nos quieren robar. Estás cansada
y yo te amo. Es la hora. ¿Nuestra carne
será la recompensa, la metralla
que justifique tanta lucha pura
sin vencedores ni vencidos? Calla,
que yo te amo. Es la hora. Entra ya un trémulo
albor. Nunca la luz fue tan temprana.
Claudio Rodríguez, "Sin leyes", Alianza y condena (1965).

miércoles, 28 de abril de 2010

"Cuando una boca suave boca dormida besa", de Idea Vilariño.



" Cuando una boca suave boca dormida besa
como muriendo entonces,
a veces, cuando llega más allá de los labios
ylos párpados caen colmados de deseo
tan silenciosamente como consiente el aire,
la piel con su sedosa tibieza pide noches
y la boca besada
en su inefable goce pide noches, también.
Ah, noches silenciosas, de oscuras lunas suaves,
noches largas, suntuosas, cruzadas de palomas,
en un aire hecho manos, amor, ternura dada,
noches como navíos...
Es entonces, en la alta pasión, cuando el que besa
sabe ah, demasiado, sin tregua, y ve que ahora
el mundo le deviene un milagro lejano,
que le abren los labios aún hondos estíos,
que su conciencia abdica,
que está por fin él mismo olvidado en el beso
y un viento apasionado le desnuda las sienes,
es entonces, al beso, que descienden los párpados,
y se estremece el aire con un dejo de vida,
y se estremece aún
lo que no es aire, el haz ardiente del cabello,
el terciopelo ahora de la voz, y, a veces,
la ilusión ya poblada de muertes en suspenso. "




Idea Vilariño (Montevideo, 1920-2009).

domingo, 25 de abril de 2010

Zeca Afonso - Grândola, Vila Morena

¡FELIZ 25 DE ABRIL, ANIVERSARIO DE LA REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES! Con ella regresó la libertad a Portugal, querida vecina, enseñando el camino democrático que pronto seguiría España. "Grândola Vila Morena, terra da fraternidade..."

Alan Stivell A L'Olympia- 12 Suite Sudarmoricaine

viernes, 23 de abril de 2010

martes, 20 de abril de 2010

"Andaluces de Jaén" interpretado por Paco Ibáñez

Qué mejor elección para recordar en su centenario a Miguel Hernández --poeta del compromiso entregado a la acción, pero también de la ternura paterna y de la honesta mirada del hombre de origen humilde pero en absoluto sometido-- que uno de sus poemas más emblemáticos cantado por otro hombre comprometido con nuestra poesía y la libertad como mi admirado Paco Ibáñez. Su concierto del Olympia de París, en 1969, es todo un soplo de aire fresco aún hoy. Paco siente y transmite la poesía de una manera especial, sabedor de que es la palabra la que nos hace existir.

"Autobiografía", de Luis Rosales.

Como conmemoración del centenario del nacimiento de Luis Rosales, uno de nuestros poetas que mejor captó la sensibilidad íntima del ser, he escogido este poema suyo tan lapidario, tan intenso. Es inevitable no acordarse de lo que sufrió por la muerte de su amigo Lorca, a quien la familia Rosales quiso pero no supo proteger de la ola de destrucción en las que ellos mismos estuvieron implicados. Rosales se rinde cuentas a sí mismo. Es un poema sobrecogedor.

AUTOBIOGRAFÍA


Como el náufrago metódico que contase las olas que le bastan para morir;
y las contase, y las volviese a contar, para evitar errores,
hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.


Luis Rosales, "Autobiografía", en Rimas (1937-1951).

lunes, 12 de abril de 2010

Fragmento de El filo de la navaja, de Somerset Maugham.


"--Si un amor no es pasión, no es amor, sino otra cosa; y la pasión no prospera siendo satisfecha, sino estorbada. ¿Qué supones que quiso dar a entender Keats al decir al amante representado en su urna griga que no sufriese? 'Por siempre tú amarás, y eterna es tu belleza'. Porque jamás podría hacer suya a su amada, y por desalentadamente que la persiguiera, ella escaparía siempre. Porque ambos estaban plasmados en el inmóvil mármol de la que sospecho que era una obra de arte bastante mediocre. Vuestro amor, el tuyo por Larry y el que Larry te profesaba, era tan natural y sencillo como el de Paolo y Francesa, o el de Romeo y Julieta. Te casaste con un hombre rico, y Larry se dedicó a recorrer el mundo para escuchar los cánticos de las sirenas. Pero no hubo pasión alguna entre vosotros.

--¿Cómo lo sabes?

--Porque la pasión no piensa en las consecuencias. Dice Pascal que el corazón tiene razones que la razón no toma en cuenta. Si quiso decir lo que yo supongo, opinaba que cuando la pasión se apodera del corazón, inventa razones que no solamente parecen plausibles, sino convincentes, para demostrar que vale la pena perder el mundo por salvar el amor. Y nos convence de que vale la pena sacrificar el honor y de que no es precio caro el sentir oprobio y vergüenza. La pasión es destructora. Destrozó a Marco Antonio y Cleopatra, a Tristán e Iseo, a Parnell y a Kitty O'Shea. Y cuando no destroza, muere ella. Y entonces quizá se encuentre uno enfrentado con el desolador descubrimiento de haber malgastado los mejores años de su vida, de que se ha deshonrado uno con su conducta, soportado los terribles dolores de los celos, tragado las más amargas mortificaciones, que ha gastado toda su ternura, y vaciado todo el precioso contenido de la propia alma sobre una pobre ramera, un necio o un fantoche al cual buscamos vestir con nuestros ensueños, y que no valía ni lo que una pastilla de goma de masticar".


William Somerset Maugham, El filo de la navaja (The Razor's Edge, 1944).


viernes, 9 de abril de 2010

Catulli Carmen V: 'Ad Lesbiam'.

Viuamus, mia Lesbia, atque amemus,
rumoresque senum seueriorum
omnes unius aestimemus assis!
Soles occidere et redire possunt:
nobis cum semel occidit breuis lux,
nox est perpetua una dormienda.
Da mi basia mille, deinde centum,
dein mille altera, dein secunda centum,
deinde usque altera mille, deinde centum.
Dein, cum milia multa fecerimus,
conturbabimus illa, ne sciamus,
aut ne quis malus inuidere possit,
cum tantum sciat esse basiorum.



"¡Vivamos, Lesbia mía, y amemos,
y los rumores de los severos ancianos
no nos importen un as!
Los soles pueden morir y regresar:
para nosotros, una vez que la breve luz muere,
la noche es un perpetuo dormir.
Dame mil besos, luego cien,
luego otros mil, luego unos segundos cien,
luego, sin interrupción, otros mil, luego cien.
Luego, habiéndonos dado muchos miles,
los desordenaremos, para que no sepamos,
o para que nadie pueda mirarnos mal,
sabiendo que son tantos los besos".



Cayo Valerio Catulo (s. I a. C).
Es éste uno de los más bellos poemas de los dirigidos por Catulo a su amada Lesbia, pseudónimo que utilizaba para referirse a Clodia, hermana de Publio Clodio, revolucionario tribuno de la plebe y enémigo acérrimo de Cicerón. Catulo y Clodia fueron amantes, pero ella, una verdadera femme fatale, lo torturó con encuentros y desencuentros. Este poema sin duda lo compuso Catulo en un estado de excitación, durante alguno de los momentos de plácido amor que vivió con Clodia. En él, además de una fuerza y amor por la vida que todavía calan, el poeta dejó su maestría compositiva: su gusto por el verso sintético y dinámico, al estilo de quienes como él (los poetas nuevos o neotéricos) seguían el modelo del griego Calímaco (siglo III a .C). La poesía de Catulo, su lírica, es muy moderna aun hoy en día; conserva su frescura original y encierra un sentimiento vital profundo y vigente. Sigue siendo un placer leerlo y un reto traducirlo.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Fragmento de La peste, de A. Camus.

"La intención del narrador no es, sin embargo, dar a estas formaciones sanitarias más importancia de la que tuvieron. De hallarse en su lugar, es seguro que muchos cederían hoy a la tentación de exagerar su papel. Pero el narrador está casi tentado de creer que, dando demasiada importancia a las acciones hermosas, se acaba rindiendo un homenaje indirecto, pero eficaz, al mal. Pues entonces se permite suponer que, si esas buenas acciones no tienen precio, es porque son raras y porque la maldad y la indiferencia son más frecuentes en los actos de los hombres. Es un parecer que el narrador no comparte. El mal que hay en el mundo proviene casi siempre de la ignorancia y la buena voluntad puede hacer tantos estragos como la maldad, si no es iluminada. Los hombres son, más bien, buenos que malos, y, ciertamente, la cuestión no está ahí. Pero ignoran más o menos, y eso es lo que se llama virtud o vicio, siendo el vicio más desesperante el de la ignorancia que cree saber todo y se estima entonces autorizada para matar. El alma del criminal es ciega y no hay verdadera bondad ni amor hermoso sin toda la clarividencia posible."
Albert Camus, La peste (1947).

lunes, 29 de marzo de 2010

Universal Camus



Suele decirse que el tiempo, la historia, pone a cada uno en su lugar. Como historiador, me gusta pensar en que esa afirmación es cierta, pero tampoco puedo abandonar cierto escepticismo, al menos acerca de la justicia que entraña un reconocimiento o una condena póstumos. Sea como fuere, no es labor del historiador juzgar, sino comprender. Y yo, como humanista, gusto del recuerdo de los grandes hombres.


Hoy quiero recordar a uno de mis grandes referentes, Albert Camus, quien es un buen ejemplo de lo antedicho: Cuando falleció hace cincuenta años en un fatídico accidente de tráfico, vivía simultáneamente en el mayor reconocimiento de su vida y también en la mayor imcomprensión y desprecio por parte de quienes menos hubiera podido imaginar. En efecto, había recibido el Premio Nobel de Literatura en 1957 (un premio que él no creía merecer, pareciéndole más idóneo que hubiese sido para Malraux), pero también había sido vilipendiado por su "amigo" Jean-Paul Sartre en la crítica de éste hacia su L'Homme révolté, en donde Camus mostraba el error cometido por determinados sectores de la izquierda de legitimar los medios por el fin y, en concreto, la violencia como medio para alcanzar los fines revolucionarios (habiendo apartado la vista ante los crímenes stalinistas, por ejemplo).


Sartre (que con gran mezquindad escribió en su artículo que "este autor [Camus], quien al parecer pudo haber conocido la miseria", sabiendo perfectamente la extracción humilde de su amigo) sacó todo su resentimiento hacia quien le había dado su amistad e introducido en los ambientes intelectuales de la Francia de posguerra; hacia quien se había significado en la lucha antifascista durante la ocupación alemana mientras él vivía en una cómoda tibieza. La verdad nunca es recibida de buen grado por aquéllos a quienes contradice.


Pasados cincuenta años contamos con la suficiente perspectiva para observar la talla (sobre todo ética, la verdaderamente importante) de Sartre y Camus. Tras el 68, la figura de Sartre ha ido diluyéndose; es un personaje importante, pero de un momento concreto y del que cada vez se descubren más sombras. En cambio, la figura de Camus se ha mantenido vigente.


La universalidad de Camus, de la obra de Camus, esta fuera de toda duda. Su posicionamiento ético, sus valores, son hoy en día una luz poderosa, una guía única que seguir en este mundo occidental caído en los peligros de la molicie y el relativismo. Para Camus, la dignidad del ser humano era el pilar irrenunciable sobre el que el individuo y la sociedad debían construirse. Fue un profundo humanista y un hombre en continua interrogación íntima, coherente y honesto consigo mismo y los demás. Camus sabía que el respeto por los demás comienza por el respeto hacia uno mismo, y podría haber suscrito ese verso de José Agustín Goytisolo que dice "tu dignidad es la de todos" (en "Palabras para Julia"). Camus amaba la vida (El revés y el derecho, ensayo primerizo del que dijo que si no volvía a escribir algo así significaría que no había conseguido nada, es un tierno y luminoso canto a la vida) y reflexionó magistralmente acerca de su sentido y el absurdo que rodeaba al hombre en el mundo. El mito de Sísifo, El extranjero (ambas de 1942), La peste, Calígula... demuestran la genialidad de Camus tanto en el ensayo como en la narrativa y el teatro. El estilo que como escritor plasma en sus novelas es exquisito, fresco y dinámico, con un gusto exacto para las descripciones. Muchos pasajes de sus obras son justamente famosos dadas su profundidad reflexiva y su clara y bella expresión. El comienzo de El extranjero, por ejemplo, es inolvidable: "Aujourd'hui, maman est morte. Ou peut-être hier, je ne sais pas" ("Hoy, mamá ha muerto. O tal vez ayer, no sé").


Por todo ello admiro a Camus. Leerlo nos hace mejores.




martes, 16 de marzo de 2010

'Ma solitude', Georges Moustaki (1966).





Pour avoir si souvent dormi
Avec ma solitude
Je m'en suis fait presqu'une amie
Une douce habitude
Ell' ne me quitte pas d'un pas
Fidèle comme une ombre
Elle m'a suivi ça et là
Aux quatre coins du monde

Non, je ne suis jamais seul
Avec ma solitude

Quand elle est au creux de mon lit
Elle prend toute la place
Et nous passons de longues nuits
Tous les deux face à face
Je ne sais vraiment pas jusqu'où
Ira cette complice
Faudra-t-il que j'y prenne goût
Ou que je réagisse?

Non, je ne suis jamais seul
Avec ma solitude

Par elle, j'ai autant appris
Que j'ai versé de larmes
Si parfois je la répudie
Jamais elle ne désarme
Et si je préfère l'amour
D'une autre courtisane
Elle sera à mon dernier jour
Ma dernière compagne

Non, je ne suis jamais seul
Avec ma solitude
Non, je ne suis jamais seul
Avec ma solitude

lunes, 15 de marzo de 2010

"Creemos los nombres" (en recuerdo de Miguel Delibes)

En mi particular homenaje al gran Miguel Delibes he escogido un poema de Juan Ramón Jiménez, el cual me ha venido in mente, de forma inmediata, al pensar que gracias a Delibes se conservará para siempre un determinado vocabulario propio de la Castilla tradicional y popular (y, en concreto, de su mundo rural), ajeno a cualquier evolución de la lengua española y de su uso.
En el poema juanramoniano se destaca la relevancia de "crear los nombres", esto es, de nombrar lo que nos rodea, y de la labor de fijación llevada a cabo por el escritor (en su caso del poeta, en el de Delibes, del novelista). Todo pasa, excepto la palabra escrita. Ya lo decían los latinos: "verba volant, scripta manent". Así pues, a Delibes deberemos siempre, entre otras cosas, que el lenguaje de su tierra castellana perviva. Y, por ello, en su recuerdo cito:

"Creemos los nombres.

Derivarán los hombres.
Luego, derivarán las cosas.
Y sólo quedará el mundo de los nombres,
letra del amor de los hombres,
del olor de las rosas.

Del amor y de las rosas,
no ha de quedar sino los nombres.
¡Creemos los nombres!"

(Juan Ramón Jiménez, Poemas impersonales, 1911).

viernes, 19 de febrero de 2010

La dignidad del fútbol (en memoria de Luis Molowny)


Hoy en día el mundo del fútbol se ha convertido en uno de los símbolos del capitalismo desmesurado que rige el mundo y del egoísmo y banalidad con los que éste impregna a la sociedad. Las cantidades de dinero que se mueven en fichajes, sueldos, marketing, etc. resultan groseras, inmorales. Y bien es cierto que, además, en muchas ocasiones el fútbol, junto con otros productos inocuos (telebasura, tecnología popular como coches de alta gama o teléfonos móviles...), conforman el actual panem et circenses hábilmente manipulado por multinacionales y otros poderes en la sombra con el fin de tener a la población anestesiada para garantizar la impunidad de sus tejemanejes. Sin embargo, existe un mundo del fútbol diverso, todavía fiel a los valores que le han dado carácter como deporte rey en buena parte del mundo. Existe un fútbol digno.

Hace una semana falleció, a los 84 años de edad, Luis Molowny, mítico jugador del Real Madrid de finales de los 40 y los 50 y aún más mítico entrenador del Madrid de mediados de los 70 a mediados de los 80, querido por jugadores y afición como el hombre de la Casa, sencillo y trabajador que era. Molowny es el mejor ejemplo de lo que es un hombre de fútbol, y de lo que significa la dignidad de este deporte. Molowny, del que yo supe por los entusiastas relatos de mi padre, nunca deseó tener mayor reconocimiento que el de sus propios jugadores. Su pasión era el fútbol,;su vida, el Real Madrid, entendido no como un club ganador, sino como una comunidad de personas unidas por un sentimiento que es difícil de explicar: el honor, el sacrificio, la entrega, el respeto... Esto hoy en día, en la vorágine millonaria y desmedida que es el fútbol, no parece sino mera palabrería.
El fútbol sólo debería ser eso, fútbol. Yo estoy de acuerdo con eso. No hay que sacar las cosas de sus casillas. Y sin embargo, no dejo de pensar en una frase de Albert Camus en la que reconocía que "todo lo que sé acerca de la fraternidad humana, lo he aprendido del fútbol". Camus, que fue un meritorio portero de fútbol amateur en su juventud, no habría dicho cosa semejante, quizá, si aún siguiera con vida. O puede que sí: el fútbol todavía conserva otra cara, la de las pachangas de barrio, entre amigos, la de los equipos amateurs, la de la tertulia de bar. En fin, la de un deporte colectivo, en el amplio sentido de la expresión. No quiero realizar aquí ningún panegírico, pero personas como Molowny, ahora ya inmortal, me recuerdan -nos deben hacer recordar- que todo aquello que acerque a las personas, que tienda puentes de unión sinceros, merece la pena. A pesar de las manipulaciones y los intereses a los que está sometido, el fútbol aún conserva la esencia del deporte: la superación humana. Y esa vocación, ese ansia de superación, de ser mejores, siempre hubo que buscarla donde Molowny y otros sabios como él supieron estar: en el segundo plano, el plano donde reside sin velos la dignidad.