Homo sum et nihil humanum a me alieno puto

viernes, 22 de febrero de 2008

Con el corazón en Collioure

Azar, azar... Ayer le dedicaba una entrada a Alfonso Guerra y resulta que hoy es el aniversario del fallecimiento de Antonio Machado, uno de nuestros grandes poetas y figura muy querida por el propio Guerra, que visitó varias veces su tumba en la localidad francesa de Colliure (adonde Machado había llegado como exiliado en ese trágico 1939, muriendo al poco tiempo) y que es co-propietario de una librería en Sevilla cuyo nombre es el del poeta andaluz.
Siguiendo mi costumbre, no quiero dejar pasar esta ocasión para homenajear a Antonio Machado, sin duda gran poeta, pero también profundo filósofo, aunque ambas cosas, como decía Coleridge, van siempre unidas.
Para este sencillo gesto hacia Machado utilizaré -cómo no- sus propias palabras, (que tan hondo saben llegar al alma), en este caso sacadas, por un lado de sus Proverbios y cantares y, por otro, de su Juan de Mairena.

De Proverbios y cantares he escogido la siguiente estrofa (cantada magistralmente, junto con otras, por Paco Ibáñez en el Olympia de París):

"Ayer soñé que veía
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía...
Después soñé que soñaba".

Son cuatro versos muy sencillos, rima a-b-a-b, pero que encierran un sentimiento sobrecogedor de anhelo, desilusión y resignación propio de todo hombre soñador.

Del Juan de Mairena, su fragmento inicial:

"La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.

El porquero -No estoy de acuerdo".

Reflexión, ésta, que encierra (valga la redundancia con el texto) una gran verdad: la desigualdad social y su artífice en muchos casos, el dinero, son los fabricadores reales de las verdades en este mundo hipócrita. Siempre hay un doble rasero, siempre el poderoso gana. Lo cual no quita que sigamos intentando cambiar esa despreciable situación.

A Antonio Machado, sempiterno a través de sus versos luminosos.

jueves, 21 de febrero de 2008

Una persona ejemplar


Había pensado en titular esta entrada "Un socialista ejemplar", pero creo que el hombre al que me refiero, Alfonso Guerra, es admirable globalmente como persona, pues siempre ha sabido mantener una coherencia entre sus actos y su ideología, basada en unos posicionamientos éticos y humanistas con los que me siento plenamente identificado y en una honestidad poco frecuente.

En estos momentos he comenzado la lectura del segundo (y último) tomo de sus memorias, Dejando atrás los vientos, dedicado al período en el que fue Vicepresiedente del Gobierno entre 1982 y 1991, tras haber terminado justo ayer el primero (Cuando el tiempo nos alcanza, que va de 1940 a 1982), lo que me ha permitido acercarme en profundidad a su forma de ver el mundo, la política, la vida... Fruto de ello se ha incrementado con mucho mi admiración por Guerra, al que sin duda confirmo como un referente personal ineludible.

Guerra, desde un profundo humanismo, aboga por un socialismo que impregne la política de una preocupación real por todos los seres humanos, intentando asegurar que su vida sea digna y que no sufra menoscabo alguno su libertad. Aunque no duda que la labor del gobernante es servir a sus ciudadanos, Guerra señala un objetivo que él hizo propio además del anterior: el intentar cambiar las cosas para alcanzar una sociedad más justa, un mundo más equilibrado. En la Introducción de Dejando atrás los vientos dice: "El mundo es muy injusto, lo era cuando llegamos los que estamos aquí y lo seguirá siendo cuando nos vayamos; pero es un acto de decencia, de dignidad, no aceptar la humillante, la cruel desigualdad que castiga a muchas personas" (p. 20).

Ese humanismo socialista de Guerra se manifiesta, además de en su compromiso social, con los más desfavorecidos, en su espíritu universal, su "concepción del ser humano universal, imposible de aceptar un encorsetamiento regional o provinciano" (p. 244 t. 1).

Alfonso Guerra es un luchador por la libertad y dignidad humanas, siempre fiel a sus principios y, al mismo tiempo, con una capacidad de autocrítica y reflexión que le llevan afirmar que ni el fin justifica los medios, ni los medios el fin. Desde su época de activista político clandestino durante la dictadura franquista, hizo gala de una gran conciencia de la responsabilidad, la lealtad personal, el compromiso con los demás y la honestidad. Siempre fue de cara, sin dobleces ni artimañas, sin esconderse y sin renunciar a la verdad.

Además, es innegable que su aportación ha sido fundamental para el afianzamiento de la democracia y las libertades civiles inherentes a ella en este país, tanto cuando estaba en la oposición (desde la cual fue uno de los grandes artífices, junto con Abril Martorell, con el que trabó una profunda amistad, del consenso constitucional) como desde su cargo de Vicepresidente del Gobierno, del que fue pieza imprescindible y, como se ha comprobado desde su salida del gobierno, irremplazable, dada su gran formación, su capacidad de trabajo, su valía intelectual y humana...

Por todo esto considero a Alfonso Guerra una persona ejemplar, un referente tanto ideológico como vital. Creo en su forma de ver la política y la vida en general: con un idealismo no desapegado de la realidad, con compromiso, solidaridad, diálogo, honestidad y transparencia y también con autocrítica y amor por la verdad y el bienestar común de todos los seres humanos, desde unos presupuestos éticos humanistas.

Animo vivamente a la lectura de sus memorias, muy cercana, honestas y sentidas; como es él mismo.

sábado, 16 de febrero de 2008

Una buena carta de presentación del gran Marcello

El video que os invito a ver, con imágenes de álgunas de las mejores interpretaciones de Marcello Mastroianni, mi actor favorito como muchos sabéis, muestra en mi opinión la naturaleza del verdadero talento interpretativo. Marcello era un grande. Un actor con muchos recursos gestuales y expresivos, vital, camaleónico... Y honesto. En el film Mi ricordo si, io mi ricordo, donde hace un repaso a su carrera cinematográfica y, a partir de ella, a su experiencia vital, Marcellocomenta que le sorprenden de las declaraciones de muchos actores que dicen estudiar su personaje a fondo todo el día, sufriendo para interiorizarlo y encarnarlo al 100% en una suerte de metamorfosis. Le parece una broma. Para él, "actuar es la mejor profesión del mundo: te pagan por jugar". Claro que talentos como el suyo ha habido pocos.

Aquí os dejo el enlace:
http://es.youtube.com/watch?v=CmFcCxaovT4

sábado, 2 de febrero de 2008

A Ángel González


En homenaje (un poco retrasado, pero es que quería encontrar el poema correcto) al gran Ángel González, poeta social y vitalista perteneciente a la Generación de los 50 (con la que estoy muy en sintonía), fallecido el pasado mes de enero, reproduzco aquí uno de sus poemas, dedicado a Antonio Machado, al que él tanto admiró, cuando visitó su tumba en Colliure.

Camposanto en Colliure

Aquí paz,
y después gloria.
Aquí,
a orillas de Francia,
en donde Cataluña no muere todavía
y prolonga en carteles de «Toros à Ceret»
y de «Flamenco's Show»
esa curiosa España de las ganaderías
de reses bravas y de juergas sórdidas,
reposa un español bajo una losa:
paz
y después gloria.
Dramático destino,
triste suerte
morir aquí
—paz
y después...—
perdido,
abandonado
y liberado a un tiempo
(ya sin tiempo)
de una patria sombría e inclemente.
Sí; después gloria.
Al final del verano,
por las proximidades
pasan trenes nocturnos, subrepticios,
rebosantes de humana mercancía:
manos de obra barata, ejército
vencido por el hambre
—paz...—,
otra vez desbandada de españoles
cruzando la frontera,
derrotados
—...sin gloria.
Se paga con la muerte
o con la vida,
pero se paga siempre una derrota.
¿Qué precio es el peor?
Me lo pregunto
y no sé qué pensar
ante esta tumba,
ante esta paz
—«Casino
de Canet: spanish gipsy dancers»,
rumor de trenes, hojas...—,
ante la gloria ésta
—...de reseco laurel—
que yace aquí, abatida
bajo el ciprés erguido,
igual que una bandera al pie de un mástil.
Quisiera,
a veces,
que borrase el tiempo
los nombres y los hechos de esta historia
como borrará un día mis palabras
que la repiten siempre tercas, roncas.

Ángel González.

In memoriam.


¡Con la Iglesia hemos topado!

La jerarquía eclesiástica española anda rabiosa. Se diría que echa de menos el Antiguo Régimen. Las últimas declaraciones realizadas por la Conferencia Episcopal en contra "de los partidos que negocien con terroristas, que acepten el matromonio homosexual, que defiendan el aborto..." son execrables. Esos obispos no parecen haber comprendido todavía, en pleno siglo XXI, que la Iglesia está para atender los asuntos espirituales y las necesidades de esa índole de sus correligionarios. Nada más. La política, los asuntos terrenos, están bajo la jurisdicción de los poderes civiles y la Iglesia no tine que intervenir en ellos de ninguna manera. Ya lo dijo Cristo: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".
Entiendo que las costumbres, cuanto más arraigadas, son difíciles de olvidar. Cuarenta años de dictadura, en los que la Iglesia fue uno de los instrumentos dogmatizadores del régimen franquista, son muchos. Y esta Iglesia española es aún muy franquista. Sólo les falta llamar a la cruzada, porque por lo demás pocas cosas han cambiado. Siguen identificando a los "rojos" con el Diablo y apelando a una falsa moralidad que no es otra cosa que hipocresía. Se quejan de que se le llame matrimonio al homosexual (y no sólo por motivos etimológicos, eso es una mera fachada, sino porque son reaccionarios hasta la médula), mientras que ellos amparan a curas pederastas y otras perversiones. ¡Y pretenden dar lecciones!
Ahora lo último es hacer campaña por las bravas en favor del PP. Lógico, la actual cúpula del Partido Popular es tan fundamentalista como la jerarquía eclesiástica: ellos creen estar en posesión de la verdad y no escatiman artimañas, juego sucio y difaciones para conseguir el poder. a partir del cual volver a dominar al rebaño. Dice el aforismo latino "Timeo hominem unius libri".
Espero que el pueblo español demuestre que, como decía el gran Miguel Hernández, "nunca medraron los bueyes en los páramos de España".