Homo sum et nihil humanum a me alieno puto

jueves, 21 de febrero de 2008

Una persona ejemplar


Había pensado en titular esta entrada "Un socialista ejemplar", pero creo que el hombre al que me refiero, Alfonso Guerra, es admirable globalmente como persona, pues siempre ha sabido mantener una coherencia entre sus actos y su ideología, basada en unos posicionamientos éticos y humanistas con los que me siento plenamente identificado y en una honestidad poco frecuente.

En estos momentos he comenzado la lectura del segundo (y último) tomo de sus memorias, Dejando atrás los vientos, dedicado al período en el que fue Vicepresiedente del Gobierno entre 1982 y 1991, tras haber terminado justo ayer el primero (Cuando el tiempo nos alcanza, que va de 1940 a 1982), lo que me ha permitido acercarme en profundidad a su forma de ver el mundo, la política, la vida... Fruto de ello se ha incrementado con mucho mi admiración por Guerra, al que sin duda confirmo como un referente personal ineludible.

Guerra, desde un profundo humanismo, aboga por un socialismo que impregne la política de una preocupación real por todos los seres humanos, intentando asegurar que su vida sea digna y que no sufra menoscabo alguno su libertad. Aunque no duda que la labor del gobernante es servir a sus ciudadanos, Guerra señala un objetivo que él hizo propio además del anterior: el intentar cambiar las cosas para alcanzar una sociedad más justa, un mundo más equilibrado. En la Introducción de Dejando atrás los vientos dice: "El mundo es muy injusto, lo era cuando llegamos los que estamos aquí y lo seguirá siendo cuando nos vayamos; pero es un acto de decencia, de dignidad, no aceptar la humillante, la cruel desigualdad que castiga a muchas personas" (p. 20).

Ese humanismo socialista de Guerra se manifiesta, además de en su compromiso social, con los más desfavorecidos, en su espíritu universal, su "concepción del ser humano universal, imposible de aceptar un encorsetamiento regional o provinciano" (p. 244 t. 1).

Alfonso Guerra es un luchador por la libertad y dignidad humanas, siempre fiel a sus principios y, al mismo tiempo, con una capacidad de autocrítica y reflexión que le llevan afirmar que ni el fin justifica los medios, ni los medios el fin. Desde su época de activista político clandestino durante la dictadura franquista, hizo gala de una gran conciencia de la responsabilidad, la lealtad personal, el compromiso con los demás y la honestidad. Siempre fue de cara, sin dobleces ni artimañas, sin esconderse y sin renunciar a la verdad.

Además, es innegable que su aportación ha sido fundamental para el afianzamiento de la democracia y las libertades civiles inherentes a ella en este país, tanto cuando estaba en la oposición (desde la cual fue uno de los grandes artífices, junto con Abril Martorell, con el que trabó una profunda amistad, del consenso constitucional) como desde su cargo de Vicepresidente del Gobierno, del que fue pieza imprescindible y, como se ha comprobado desde su salida del gobierno, irremplazable, dada su gran formación, su capacidad de trabajo, su valía intelectual y humana...

Por todo esto considero a Alfonso Guerra una persona ejemplar, un referente tanto ideológico como vital. Creo en su forma de ver la política y la vida en general: con un idealismo no desapegado de la realidad, con compromiso, solidaridad, diálogo, honestidad y transparencia y también con autocrítica y amor por la verdad y el bienestar común de todos los seres humanos, desde unos presupuestos éticos humanistas.

Animo vivamente a la lectura de sus memorias, muy cercana, honestas y sentidas; como es él mismo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, a mi también me cae muy bien guerra; pero no pones las causas de corrupción que procuraron su caida (caso Juan Guerra), lo que demuestra, al final de todo, que todos somos humanos y tenemos culo.

Rubén dijo...

El caso de corrupción de Juan Guerra no existió. Los tribunales absolvieron de todos los cargos que se le imputaban a Juan Guerra y sólo se le descubrieron algunas irregularidades fiscales menores que nada tenían que ver con las denuncias que afirmaban que había estado envuelto en turbios negocios relacionados con manipulación de fondos del Estado y relacionados con empresas andaluzas en un despacho que le ayuntamiento de Sevilla le había cedido a su hermano Alfonso.
Se trató de una trama para manchar la impecable reputación de Alfonso Guerra y retirarlo del primer plano político: una trama preparada por la derecha -Fraga se valió de la información que tenía la avariciosa ex-mujer de Juan, que pretendía sacar tajada de la relación de éste con altos empresarios)- e instigada por los medios de comunicación que odiaban a Guerra y por los adversarios de éste dentro del PSOE.
A pesar de saberse inocente, Alfonso Guerra dio la cara en el Congreso a los pocos días de salir la malintencionada información sobre su hermano en ABC, y presentó su dimisión a Felipe en ese año 1990 para no perjudicar al gobierno. Felipe no la aceptó. Guerra saldrá del gobierno en enero de 1991, cuando notó definitivamente la persecución de su persona por parte de un grupo que tenía ansias de poder dentro del PSOE y cuando supo que Felipe ya no lo consideraba tan imprescindible. Aun así, Felipe le dejó escoger si continuar o no en el gobierno, y Guerra decidió poner punto y final y recuperar parte de su vida (sus hijos, sus actividad cultural)desatendida
en los ocho años que fue vicepresidente.
Así que, como ves, aunque nadie es perfecto, Alfonso Guerra jamás participó en un acto de corrupción ni se le puede relacionar con ningún hecho delictivo. Ni siquiera su hermano, que simplemente era el secretario y representante del vicepresidente en Sevilla cuando éste no podía atender a personalidades del mundo económico o político que querían tener una entrevista con él en su ciudad. Algo totalmente legal.

Rubén dijo...

Concreto algunas cosas que dije en el comentario anterior.
El hermano de Guerra actuaba como asesor de éste en Sevilla, preparándole la documentación que luego utilizaría el vicepresidente en las entrevistas solicitadas por personas del ámbito político,económico y cultural de la ciudad. Su sueldo salía del PSOE, no del Erario público (lo que implica mayor honradez del vicepresidente).
El despacho dispuesto para el vicepresidente estaba en el edificio de la delegación del gobierno,no en el ayuntamiento como dije erróneamente antes.

Anónimo dijo...

ya claro, y dimitió como vicepresidente por nada. La mujer de cesar no solo ha de ser honrada, sino parecerlo.
Firmado: un peligroso socialdemócrata

Rubén dijo...

¡Jajaja!David, David... No veo ningún peligro en los socialdemócratas: estamos en el mismo lado, sólo que yo me considero quizá un poco más a la izquierda. Sien ocasiones te critico en algo no es porque seas socialdemócrata, sino porque a veces no pareces ni eso y te acercas a inaceptables posiciones de la derecha.
En cuanto a Guerra, ¡claro que no dimitió por nada!: lo hizo porque veía que le estaban haciendo la cama desde dentro y que en los dos últimos años había habido un distanciamiento entre Felipe y él.
Tú, si quieres, cree todo lo que dice la prensa. Yo prefiero tener sentido crítico y confianza en las personas que lo merecen, como Guerra, hombre de honradez intachable, te guste o no. De hecho, aunque nada tuvo que ver en las actividades de su hermano (a la postre también legales) quiso dimitir según salió la noticia para no dañar ni al gobierno ni al partido. Eso sí es responsabilidad. Y a la responsabilidad de ser la mujer de César se refiere la cita que utilizas: la mujer de César tenía la reponsabilidad de estar a la altura de su marido. Guerra estuvo a la altura de lo que de él se esperaría y de su posición.