Acteón, nieto de Cadmo, fue educado por el civilizado centauro Quirón, quien le enseñó el arte de la caza. Un día que estaba de caza en el monte Citerón vio fortuitamente a la diosa Ártemis desnuda, mientras ésta se bañaba en un manantial. La diosa lo descubrió y, furiosa, convirtió a Acteón en ciervo, siendo devorado al instante por sus perros. Éstos, una vez muerto su dueño, sin saber que lo habían matado, lo buscaron en vano, vagando y vagando desconsolados hasta llegar a la cueva donde moraba Quirón. El centauro, apiadándose de los perros, modeló una figura semejante a Acteón para que no lo echasen de menos. Esta hermosa representación de la muerte de Acteón es, a la vez, una imagen terrible, en la que se aprecia la furia de Ártemis y el dolor de Acteón.
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3 comentarios:
La verdad es que a pesar de breve, me ha gustado mucho esta historia. Es bonita. Recuerdo que por lecturas de este estilo me gustaba la Cultura Clásica.
Aprovecho Rubén, para saludarte y preguntarte que tal te va por Madrid. Espero que bien. A ver si nos vemos un día, un abrazo.
Sí que es una historia hermosa, aunque cruel.
A mí meva bien por a´quí. Me encuentro muy a gusto en la ciudad y en clase, tanto con los profesores como con mis compañeros. He encontrado buena gente.
Espero que también te vaya todo bien a ti.
¡Saludos!
No conocía la parte en que Quirón modela una figura de Acteón. Pero no creo que se apiadara de ellos, o mejor dicho, que realmente les comprendiera, pues es peor estar cerca de algo que se parece a la persona que amas que perderla para siempre, pues en realidad no está ahí, es un mero espejismo.
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