El Café Orquídea es un lugar de encuentro, de complicidades, de reposo. Así lo sentía el entrañable señor Pereira en la magnífica novela de Antonio Tabucchi (Sostiene Pereira), mientras charlaba con el camarero Manuel y saboreaba una fresca limonada cargada de azúcar. El sol de su Lisboa, la de la apasionada primera mitad del siglo XX --momento de eclosión cultural y políticamente convulso--, no le daba tregua y le hacía insoportable atender en la redacción de su periódico, el Lisboa, la sección de Cultura.
El Café Orquídea representa esa fascinante y turbulenta época, pero sobre todo me lleva a pensar en Pereira: en su bondad y en su valentía final. Y en su ayudante el joven Monteiro Rossi (a quien Pereira llegó a considerar como un hijo), comprometido con la vida y la libertad. Pereira es uno de esos personajes que sé que jamás me abandonarán en mi andadura no sólo literaria, sino vital. [Ver mi primer post].
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