Homo sum et nihil humanum a me alieno puto

miércoles, 4 de junio de 2008

El compromiso, la infantería y el Estado Mayor


Ayer tuve la oportunidad de asistir a la conferencia que dio el historiador inglés Paul Preston acerca de los corresponsales extranjeros en la Guerra Civil española. Fue estupenda. Habló durante una hora larga, con ese estilo que le caracteriza: ameno, con un discurso riguroso y analítico no exento de jugosas anécdotas, y aunque yo estaba de pie, podría haberle escuchado durante toda la noche. Al salir de la sala donde se preparó la conferencia, sentía renovada mi vocación de historiador.


Paul Preston nos regaló algunas perlas y unas cuantas reflexiones acerca de lo que fue la Guerra Civil y lo que condenó al bando republicano al fracaso. De esto último, me quedo con que fue muy determinante la no intervención de las democracias occidentales, Francia, Reino Unido y EEUU, algo que reconocieron apesadumbrados los presidentes de Francia y de EEUU en el momento: Leon Blum se echaba a llorar cuando se le mencionaba a España (quizá con cierta teatralidad) y Roosevelt se echaba en cara amargamente el no haber intervenido para ayudar a una democracia joven y desvalida frente al primer zarpazo del fascismo. El inglés Chamberlain, al parecer, nunca tuvo remordimientos.


Preston también hizo mucho hincapié en que la opiniçon pública de la Europa democrática estaba del lado republicano y que los correspponsales enviados a España acaban comprometiéndose activamente en la causa republicana. Todos ellos, al final de la guerra, sintieron que una parte de sí mismos moría con España y para el resto de sus vidas les quedó por ello una herida abierta. La solidaridad con el pueblo español de los brigadistas internacionales y de la mayoría de corresponsales del mundo demicrático siempre me ha parecido admirable, sobre todo en el caso de los primeros, muchos de los cuales perdieron su vida luchando por un país que no era el suyo. Estos ejemplos de entrega hacen que se renueve en mí la fe en el ser humano y que, como los brigadistas, crea en que no existen naciones, ni países, sino sólo personas que deberían vivir unidas fraternalmente.


De las perlas de Preston quiero citar literalmente la siguiente:


"Yo creo que periodistas e historiadores formamos parte del mismo gremio. Ustedes los periodistas son la puta infantería y nosotros los historiadores, el Estado Mayor".


Cuando escuché la primera parte, tras la cual hizo una pausa, pensé que Preston estaba metiendo la pata y haciéndonos un flaco favor a los historiadores, ya que los periodistas cada vez tienen, en general, menos rigor y tienden a hacer prensa amarilla de cualquier asunto. Pero cuando completó lo dicho con la segunda frase, comprendí a qué se refería y me quedé tranquilo y orgulloso. Preston quería decir que los historiadores del mundo contemporáneo se nutren en muchas ocasiones de la prensa como gran fuente de información, información bruta que hay que analizar y acerca de la cual se reflexiona a posteriori. Además, tanto periodistas como historiadores buscamos la verdad de los hechos, sólo que nosotros llegamos, por formación, método e intención, más al fondo de la cuestión, insertando cada suceso en un marco general, dentro del conjunto de procesos y estructuras que caracterizan cada período histórico.

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